Capítulo 22

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Carrera de barcas:

La alarma suena en toda mi habitación, y de no ser porque hoy vamos a la cabaña, tiraría el móvil por la ventana.

Tiro las sábanas al fondo de la cama y me froto los ojos.

—¡Becca! —grita Damien entrando en mi habitación.

—¿Qué quieres ahora? —gruño.

—Ya estamos todos listos, date prisa.

—¿¡Qué?! —miro el reloj del móvil y salto de la cama. Lo miro mal y consigue entender que debe irse para que pueda vestirme.

Me visto lo más rápido que puedo, me deshago el moño mal hecho que tenía para dormir y me peino con las manos.

Cojo la mochila y bajo a la cocina para tomarme una manzana.

—¡Becca! —grita esta vez Jacob.

—¡Ya voy! —le grito de vuelta y me dirijo al salón.

Cuando entro veo a Arnau, Rafa, Elisa, Richelle, Chad, Fran, Jacob, Damien, Adrián y una chica de pelo negro, muy guapa. En lugar de ser una casa, parece un hotel.

La miro extrañada y se levanta del regazo de Adrián, este en seguida hace un puchero y ella le sonríe.

—Buenas, soy Ruth, la novia de Adrián. Tus hermanos me han dejado venir, espero que no te suponga ningún problema —dice la chica ahora con nombre y le sonrío amable.

—Encantada. Yo soy Becca. Siento el retraso —digo dirigiéndome a todos. Ruth me abraza y vuelve a sentarse con Adrián.

—Bueno, ¿nos vamos? —pregunta Fran y todos asentimos.

—¡Chicos, esperad! —grita papá entrando al salón con la bata rosa chillón de mamá. Todos lo miran enarcando una ceja, pero él solo mira a una persona; Fran. Se acerca lentamente hacia él y Fran lo mira raro.

—¿Francisco? —pregunta papá.

—Eh...sí. ¿Y tú eres...?

—Becca, en cinco días irá el mini-bus a buscaros. Por favor, comportaos bien —dice ignorandolo, y Fran lo mira mal.

Qué momento más raro.

—Vale. Tranquilo, papá.

—Cuida de tus hermanos —me da un beso en la frente y sube las escaleras.

—Próximo destino...¡la cabaña! —grita Arnau y todos corremos hacia fuera.

En frente de casa se encuentra el mini-bus, y el chófer apoyado en él fumando. En cuanto nos ve, apaga el cigarro y sube a su lugar de conductor.

Dejamos todos las mochilas y y subimos sentándonos cada uno donde quiere.

Después de dos horas de trayecto más o menos, llegamos. Bajamos, y en seguida veo un lago precioso, el agua cristalina me deja embobada. A lo lejos, veo una cabaña bastante grande, rodeada de césped.

—¡A pillar habitaciones! —grita Adrián y empieza a correr. Todos corremos detrás de él, pisándole los talones. Cuando llegamos a la puerta, la abro con la llave y deja ver una cabaña preciosa por dentro.

Me adentro dejando la mochila a un lado y voy directa a un pasillo, mientras los demás inspeccionan el resto.

Abro la primera puerta, y veo una habitación pequeña de dos camas.

Espero que las demás sean más grandes, o tocará dormir en el suelo... Dejo la puerta abierta, para que los demás puedan verla y voy hacia la segunda puerta.

Idiota, te ganaré. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora