Idiota, te ganaré. (COMPLETA)

Capítulo 13

¡Fiesta!:

Ya son las cinco de la tarde.

Y hoy me lo he pasado muy bien, pero ha llegado el momento de enfrentarme a mis tíos.

Bueno, en realidad sólo a Jack, la tía Evelyn está trabajando en la pastelería.

Al llegar a la puerta, Gus sale corriendo a buscar a mis hermanos.

Nosotras, después de intercambiar números con Mackie, le pedimos los demás por si algún día pasa algo.

Después de entrar, dejo las llaves en su sitio y cierro la puerta.

—Voy a merendar —dice y voy a seguirla pero alguien toca el timbre de la puerta.

La abro y me encuentro a Fran besándose con Megan.

—Ey, tengan sexo en sus casas, no quiero ver porno en mi puerta —les digo y se separan.

—Te quiero, Francibaby.

—Y yo, Meguibaby —le responde este. Yo empiezo a reír a carcajadas. Después de mirarme mal se besan una vez más y después de un tocamiento asqueroso de traseros ella se va.

—Deja de reírte, caramoco —dice entrando en mi casa.

—Uhm, claro, pasa —digo sarcásticamente.

—Vamos, hoy han puesto muchos deberes —y sube a mi habitación, será cretino...

(...)

—Oh, venga. Esto ya aburre —digo.

—Lo sé, aburre desde el primer momento.

—¿Hacemos algo divertido?

—¿Cómo qué? —pregunta desinteresado.

—Mmm... ¿Una broma?

—¿A quién? —vuelve a preguntar.

—No sé... ¿Odias a alguien?

—Te odio a ti.

—Agh, ya basta. Me pones de los nervios —afirmo.

—¿Te pongo nerviosa? —dice acercándose a mi.

—¡No! No me pones nerviosa, me pones enferma —gruño.

—Así qué te pongo, eh...

—¡Ya está bien, cállate! —él empieza a reír a carcajadas.

—Era broma. Volviendo al primer tema; hagámosle una broma a Rubí, me cae muy mal.

—Genial, por fin coincidimos en algo.

—Como soy el rey de las bromas en el instituto, pensaré yo en una.

—Perdona, pero te apuesto una comida a que soy mucho mejor que tú.

—Tengo una idea...

—¿Qué idea? —pregunto dudosa.

—Haremos una... guerra de bromas. El perdedor, tendrá que hacer lo que el otro quiera.

—Con una condición. No sólo seremos tu y yo, haremos un equipo—propongo.

—Echo —estira su mano para que la estreche.

—¿De cuántas personas ponemos los grupos?

—Pondremos a nuestros dos mejores amigos.

—Me parece bien, idiota.

—Entonces... ¡Qué empiece la guerra! —dice él con su intento de intimidarme. —Por cierto, mañana vendremos a terminar el trabajo de matemáticas. Adiós, Miller.