Capítulo 30

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Hola de nuevo, Utrera:

—Estoy embarazada —dice Elisa y abro mucho los ojos.

—Mañana te llevaré al médico. —dice Mackie y le da un pequeño apretón en el hombro—. Sé que es duro, pero enhorabuena —le sonríe y después se va, dejándonos hablar.

—¿Qué vas a hacer?

—Pues... voy a tenerlo.

—No me refiero a eso, ¿se lo vas a contar a Chad? —pregunto intentando ser delicada. Pero en cuanto esas palabras salen de mi boca, me mira directamente a los ojos y puedo ver el miedo que siente reflejado en ellos.

—No...él no querrá saber nada de mi bebé —dice y se limpia rápidamente una lágrima que tanto intenta reprimir.

—¿Cómo puedes saber eso, Elisa?

—Porque me lo dejó bastante claro cuando insinué de broma que estaba embarazada —dice y baja la mirada.

—Elisa —la llamo y pongo mis manos en sus mejillas—. Te ayudaré en todo lo que pueda. Por ti y por el bebé. Lo juro —comento y sonríe de oreja a oreja.

—Lo sé. Eres una buena persona, prima —me abraza con fuerza y salimos del baño.

—Mackie, será mejor que volvamos a casa. Mañana hay instituto —comento y asiente.

—Claro, vamos.

(...)

—¿Alguien podría resolver esta ecuación? —pregunta la profesora de matemáticas, pero estoy bastante pensativa como para prestarle atención. A ella y a sus dichosas ecuaciones.

—Pss —susurra alguien a mi izquierda. Me giro y veo a Arnau, que en seguida le sonrío—. ¿Estás bien? —susurra y asiento.

—Sí, solo un poco distraída.

—Rebecca Miller, ¿tienes algo que decir?

—No, profesora —digo controlándome para no saltar y arrancarle la mata de pelo que lleva.

—Ve a hacerle una visita al director. Ya tardabas en arruinar la clase —dice y gruño.

Empiezo a recoger mis cosas cuando Arnau me toca el brazo y lo miro confundido.

—Ella no ha hecho nada malo —salta en mi defensa mi novio.

—Anda, Arnau Batlle, veo que tu también quieres hacerle una visita al director... ¡Salid los dos ya de mi clase! —grita y rio al ver su cara de vieja amargada.

Recogemos las cosas y después de ponernos las mochilas sobre los hombros, salimos del aula hasta llegar al despacho de Utrera.

—¿Qué os trae por aquí? —pregunta y quita la mirada de su ordenador para vernos.

—Simplemente hemos susurrado una cosa —dice Arnau encogiéndose de hombros.

—Bueno, pues estáis castigados. Las clases son para atender, no para holgazonear —nos regaña y ruedo los ojos—. Os quedaréis durante una hora copiando en el aula de castigos. Y he sido amable, que conste —dice y salimos de su despacho.

Nos sentamos en las sillas de espera, ya que quedan cinco minutos y no vale la pena volver a clase.

—Te noto muy distraída, Becca.

—Hay algo que no te he contado —comento y su cara es una mezcla entre intriga y preocupación—. Tengo un hermanastro, me enteré anoche.

—¿Un hermanastro? Genial, ahora tengo que caerle mejor a más familiares tuyos —dice y río.

—Bueno, a este ya lo conoces...

—¿Quién es? —pregunta frunciendo el ceño.

—¿Fran? —pregunto cuando mi hermanastro aparece con sangre por todo su rostro—. ¿Qué coño te ha pasado? —le pregunto y lo ayudo a sentarse donde estaba yo.

—Me he metido en una pelea.

—¿Esta vez por qué? —pregunta Arnau observando sus heridas.

—Porque acabo de pillar a Megan dándose el lote con otro chico. Después de discutir y de pelearme con el cico, le dije que la dejaba y cuando salí del baño un profesor me vió y... me ha mandado aquí —dice y puedo ver la furia en sus ojos—. Pero oye, que seas mi hermanastra no te da derecho a que me agarres así —dice y me doy cuenta de que le estoy clavando las uñas.

—Lo siento.¡ —susurro.

Tantas noticias están haciendo que no me entere ni de lo que hago.

—¿Es él? —pregunta Arnau asombrado y asiento.

—Pues... hola, cuñado. —le pone una mano en el hombro a Fran.

—Cazalla, pasa —dice Utrera —. Es la segunda vez en este día... —empieza a decir, pero cuando cierran la puerta no se escucha nada más.

—Vamos a clase —dice Arnau cuando toca el timbre y le doy un beso antes de ir a educación física.

(...)

—¿Qué haces aquí? —pregunto al ver a Elisa enfrente de la puerta del aula al salir del castigo.

—Tenemos que ir al médico —me recuerda.

Salimos fuera e intento tapar un poco de sol con mis manos. A este paso me quedo ciega en seguida.

—¡Chicas! ¡Aquí! —grita Mackie moviendo su brazo en el aire para que podamos verla y nos dirigimos hacia ella—. ¿Listas? —pregunta y subimos al coche.

—Estoy incluso más nerviosa que ayer —menciona mi prima y baja la mirada a su tripita. No me la imagino con su tripita abultada.

Llegamos al médico en un par de minutos y nos sentamos en las incómodas sillas a esperar.

—¿Elisa Brown? —pregunta una doctora y las tres entramos.

Idiota, te ganaré. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora