La cita:
—Bueno, ya es tarde. Es mejor que volvamos a casa —digo cuando salimos del restaurante, mirando la hora.
—Tienes razón —baja la mirada incómodo hacia sus manos.
—¿Qué ocurre? —le pongo una mano en el hombro, incitándolo a hablar.
—Nada, tranquila.
—Arnau, te conozco lo suficiente como para saber cuando te pasa algo —cuando termino de hablar sonríe y me mira directamente a los ojos.
Me mira con esos ojos que tanto me gustan. Su mirada verdosa es impresionante, como cada parte de él.
—¿Te ha gustado todo esto? Me refiero a este día. Tranquila, entenderé si la respuesta es un n...
—Me ha encantado este día, lo digo muy en serio. Pasarlo contigo ha sido una de las mejores cosas —digo interrumpiéndolo.
—Coincidimos en eso —dice seguro. Se acerca más, hasta que nuestras respiraciones chocan entre sí.
Decido acortar la distancia que separa nuestros labios y lo beso.
Al principio se queda paralizado, pero en seguida sigue, y lo que había comenzado como un beso calmado, se torna en cuestión de segundos en uno más salvaje.
Puedo notar la desesperación en sus labios, y a decir verdad, yo llevo toda la noche queriendo besar esos labios carnosos que tanto me atraen.
Me dan miedo esos pensamientos. No quiero ilusionarme y que pase como la última vez. Enredo mis dedos en su cabello para deshacerme de esos pensamientos y él posa sus manos en mi cintura.
En ese momento, deseo no tener nunca que separarme de esos labios tan dulces, pero el tener que respirar nos lo impide.
Nuestras respiraciones ahora son mucho más entrecortadas, y juntamos nuestras frentes. Ninguno dice nada, supongo que por miedo a estropear el momento tan perfecto que hemos creado en apenas segundos.
Me suena el móvil, obligándonos a separarnos. Me quedo unos segundos mirando el nombre en la pantalla, pero decido cogerlo a pesar de que ha estropeado nuestro momento.
—¿Hola?
—Rebecca, tienes que venir ahora mismo —dice Jacob asustado.
—¿Qué pasa?
—No hay tiempo. Ven ahora mismo, por favor, Rebecca —cuelgo la llamada y sin pensármelo dos veces hecho a correr en dirección a casa.
Escucho como Arnau grita mi nombre un par de veces, pero no me giro. Corro lo más rápido que mis piernas me lo permiten, y siento la apariencia de un sabor amargo en mi boca.
A unos metros de casa, escucho la sirena de la ambulancia y a mucha gente alrededor de casa.
¿Qué está pasando? Es lo único que me pasa por la mente.
Cuando consigo pasar entre toda la multitud, lo que veo al entrar en casa me deja sin aliento.
Lo único que veo antes de desmayarme, es a Elisa tirada en el suelo llorándo desconsoladamente.
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Idiota, te ganaré. (COMPLETA)
Teen FictionLos secretos que la familia de Rebecca Miller tanto intenta esconder se ven amenazados cuando ella y sus hermanos deben irse a vivir a España con sus tíos. Los secretos corren peligro, pero, ¿podrán guardarlos?