Capítulo 27

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Explicaciones:

—¿Qué has escuchado? —pregunta papá temeroso.

—Suficiente —digo cortante.

—Becca, no deberías haberlo escuchado. —me regaña papá.

—Es verdad, papá, porque ibas a ocultármelo por siempre, ¿no? ¡Ibas a ocultarme que Fran es mi hermanastro! —le grito. Me da igual quien pueda escucharnos. Estoy furiosa.

—Sabía que te pondrías así.

—Ay, lo siento por no estar dando saltitos de alegría. ¡Me has ocultado algo muy importante por casi 17 años!

—Lo siento, pero nunca creí que os veríais.

—Pues mira que casualidad...—digo y niego con la cabeza.

¿Cómo pudo ocultarnos algo así a mis hermanos y a mí?

—¿Cómo ocurrió? Cuéntame la historia —exige Fran y me quedo para escuchar lo que tenga que decir.

—Está bien...—dice derrotado y hace que entremos en la habitación—. Una vez, tuve que hacer un vuelo aquí, a España. Llevaba muchos meses sin ver a mi mujer, porque ella estaba muy ocupada cuidando de tus hermanos mayores —dice mirándome—. y yo trabajando. Ahí es donde conocí a tu madre, Francisco. Me pareció una buena oportunidad para atender mis necesidades —dice y siento un pinchazo en el corazón.

Pobre mamá, pienso.

—¿¡Cómo pudiste ponerle los cuernos a mamá?! —las lágrimas amenazan con salir, pero las detengo.

No pienso darle el gusto de que me vea llorar.

—No sabes lo mal que me siento —asegura, pero en mi opinión, está mintiendo—. Simplemente tuvimos un rollo de una noche, pero no tomamos precauciones y quedó embarazada —dice mirando con un brillo en los ojos a Fran—. En esa época, mi mujer no quería tener más hijos, así que con la nueva llegada de un pequeñajo, me sentí genial. Tuve que volver con mi familia cuando ella ya estaba de cinco meses. Me sentí fatal y le conté toda la verdad a mi esposa. Desde entonces, quiso agrandar la familia y llegaste tú —dice mirándome mientras sonríe y yo aparto la mirada—. Y años más tarde, tus dos hermanos. Tu madre, Fran, me iba informando de cómo ibas y me enviaba fotos tuyas a diario. Nunca estuve oficialmente en tu vida, y lo lamento, Francisco. 

Cuando mi padre termina de hablar, mi supuesto hermanastro ríe sarcásticamente.

—No me puedo creer que mi madre tuviera un hijo con semejante imbécil —dice dolido.

—Me he enterado de que tienes una hermana y de que tu madre está casada y...

—Es feliz —dice cortante.

—No sabes cuánto me alegro de eso. Yo también soy feliz, junto con la mujer que amo, Danielle, y todos mis hijos. Pero también quiero ser feliz contigo, Francisco. Déjame ejercer de padre.

—Ni de coña.

—Sé que aún no confías en mí, y que te llevará un tiempo.

Me cuesta respirar, pero consigo controlarme. Ahora mismo, estoy flipando.

—¿Vas a dejar a mamá? —pregunto en un susurro.

—¡Claro que no! Amo a tu madre, Becca. Únicamente quiero tener relación con mi otro hijo —dice sincero.

—Que sepas que no te lo voy a poner fácil —advierte Fran.

—Acepto el reto.

—Bueno, hermanita, debo irme. Mañana hay clase. Y recuerda que ya no vendré más a esas absurdas clases particulares —dice y río por su último comentario.

Se me hace muy raro que ahora estemos aquí, hablando, aún no me acostumbro. Hace un tiempo ni podíamos mirarnos si quiera.

—Adiós, Francisco —dice papá con una sonrisa y Fran ni lo mira.

Fran sale por la puerta y miro a papá con dificultad, debido a las lágrimas que tengo retenidas en mis ojos.

—Cariño, sé que estás dolida y probablemente pienses que soy un cabrón.

—Un cabrón de los grandes —digo con voz temblorosa.

—Perdóname, hija, por favor. Cometí un error hace 17 años, ahora no puedo hacer nada. Sólo quiero mantener el contacto con él, nada más.

—¿Qué piensa mamá de todo esto? —pregunto enfurecida.

—Te pareces tanto a tu madre... —sonríe y lo fulmino con la mirada—. Tu madre al principio iba a dejarme, pero sus sentimientos hacia mí la traicionaron. Ella lo acepta, Becca. Acepta mi error y acepta que lo quiera en mi vida. ¿Podrás hacer lo mismo? —pregunta con ternura.

Siento una opresión grande en el pecho y salgo de la habitación escopeteada. Entro a mi habitación y veo a Arnau sentando en la cama chateando con alguien.

Corro hacia él y tira el móvil al otro extremo de la cama para abrazarme. Apoyo mi cabeza en él y empiezo a llorar. Claro que podré perdonarlo y aceptarlo, es mi padre al fin y al cabo. Pero como ha dicho Fran, no se lo pondré fácil. Que se lo gane.

Arnau no me hace ninguna pregunta y se lo agradezco. Le contaré esto cuando esté preparada.

—Cielo...Becca... —dice cogiéndome las manos y disfruto de su tacto cálido. Sigo llorando, pero ahora con menos intensidad.

—Vámonos —digo segura intentando estirar de él hacia fuera.

—¿Qué nos vayamos? —pregunta confundido.

—Olvidémonos de los royos familiares —digo con una sonrisa traviesa y ambos salimos de casa sin ser vistos.

Cada vez se me da mejor esto de escaparme...

Estoy preparada para olvidarme de todo...a su lado.

Idiota, te ganaré. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora