Mi Mate es ¿lesbiana? ~EDITADO~

Capítulo 20 EDITADO

Me comienzo a desesperar, he perdido mucha sangre, siento como mi cuerpo está debilitándose, el dolor me está entumiendo.

-¿Qué? ¿El alfa ya no puede seguir? Esto recién comienza y tú ya no puedes más. Por favor son solo unas mordidas- se acerca lentamente- y pensé que iba a necesitar de más para acabar contigo pero veo con tres de mis lobos es suficiente.

Me arrojo al suelo hacia un lado aplastando al que estaba mordiendo mi estómago y sacándome de encima al otro lobo.

Le doy una patada al que tenía mi pata derecha pero eso hace que mi piel se desgarre más y sus dientes muerdan con más fuerza mi hueso.

Me estremezco.

Trato de morderlo pero no puedo.

Aúllo de dolor.

-Oh ¿Qué fue eso? Ah sí, el sonido de tus huesos siendo desgarrados. Rómpele la pata-dicta con rabia.

Un aullido, dos aullidos, tres aullidos.

No sé cuál es la causa de los alaridos pero gracias a eso el lobo se distrae por lo que no lo pienso dos veces y le arranco la oreja haciendo que de inmediato me suelte. Lo pateo alejándolo de mí y le araño el cuello provocando que se desangre.

Me levanto rápidamente y me pongo en posición de defensa apoyado en tres patas ya que la otra no la tengo malherida.

Todos los lobos que habían a mí alrededor se me lanzan estúpidamente.

Mordiscos, patadas, sangre y de más.

Mi respiración se vuelve pesada y es que combatir contra tantos yo solo es demasiado, sin contar que tengo una desventaja física. A pesar de eso he podido vencer a algunos ya que se abalanzan sobre mi así sin más y no piensan antes de actuar por lo que, o los empujo pasando a llevar a otros, o les araño los ojos imposibilitándoles ver.

El problema ahora es que quedan siete que no seden con nada, estudian cada uno de mis movimientos, cada paso que doy ellos también los dan.

Trato de recuperar algo de fuerzas en estos momentos en los que estamos quietos mirándonos fijamente esperando que uno sea el primero en atacar.

Hay un silencio sepulcral a excepción del silbido del viento.

Puedo ver cuán cansados están, el aliento se escapa de sus hocicos creando un humo sin forma.

El olor a sangre esta por todos lados, sangre que se ha mesclado con la mía también.

Me inclino un poco hacia atrás listo para atacar primero cuando se vuelven a escuchar aullidos lejanos, pero estos son muchos más que los de hace un rato.

¿Qué está sucediendo?

Mierda, es el olor de Bianca y se está mesclando con el de los roges.

Trato de ir pero los siete me lo impiden, junto con su líder.

Me lanzo desesperado a ellos y muerdo, rasguño moviéndome rápidamente atacándolos sin dudar olvidando del dolor. Recibo también mordidas pero los pateo y les rompo los huesos con mis colmillos.

Uno se me trata de tirar encima pero me pongo en dos patas y lo arrojó al suelo para tirarme bruscamente arriba de él con todo mi peso, quebrando sus costillas y una de ellas se incrusta en uno de sus pulmones o deduzco eso, debido a que comienza a vomitar sangre.

Así sigo con los demás, arrancando piel y dejándolos inertes en el suelo.

El líder del grupo escapa escabulléndose entre los arboles, pero no me doy el tiempo de perseguirlo, solo me interesa en bienestar de Bianca.

Sin más demora corro en dirección de donde proviene su olor.

Mientras corría podía sentir mi corazón a mil, mis nervios estaban despiertos como nunca y mis colmillos picaban con sed de sangre. En estos momentos no sentía ningún dolor físico, ni el de mi pierna al correr o el de mi estómago rasgado, nada importa más que mi mate.

Al estar a unos metros percibí como Bianca le pegaba a cinco roges que la rodeaban con una rama.

Veía en sus ojos el terror que les tenía pero también había algo más, algo que no pude descifrar.

Uno del montón se le tira encima pero ella le pega con el palo alejándolo.

Mierda, por qué no puedo correr más rápido.

Otro muerde la rama y comienza a zamarrearla logrando arrancársela de las manos.

Comienzan a gruñir ansiosos por atacarla, se ve en sus ojos las ganas de hacerle daño pero por fin puedo llegar a su lado.