Mi Mate es ¿lesbiana? ~EDITADO~

Capítulo 43 EDITADO

P.O.V BIANCA

Me siento como su estuviera en una nube, trato de saber en dónde me encuentro pero todos mis sentidos estas adormecidos, a pesar de que esto debería ser preocupante, la verdad es que me relaja y quiero seguir estando así por un muy buen rato. Me trato de acomodar para estar aún más cómoda pero eso me hace volver a la realidad dolorosamente y cuando digo dolorosamente lo es, siento como todo mi cuerpo duele. Es como si me jalaran hacia una superficie dura y caliente. Puedo sentir cada poro de mi piel con dolor y mas en mi espalda que es indescriptible lo que siento.

Abro los ojos y veo a Jasper al lado mío haciéndome recordar lo de hace un par de minutos.

-¿Estas bien?- se adelanta a preguntar-. Mierda claro que no estas bien, vaya preguntita que te hice-. Se coloca nervioso y comienza a pasearse por la habitación.

-Ven acuéstate conmigo, no pasa nada-. Estiro mi brazo para que la tome pero no me trato de mover más que eso, ya que no quiero averiguar si me dolerá la espalda al hacerlo.

Como un gatito se acerca lenta y sumisamente a mí.

-Lo siento tanto mi amor, de verdad que lo siento, no sabes cuanto me duele verte así-. Toma mi mano y la entrelaza con las suyas temblorosamente.

Baja su rostro y noto como está llorando.

No sé cómo me veré en este momento pero me duele saber que está llorando por mí, por lo que me hizo su padre.

-Mi amor no pasa nada-. Hablo dulcemente para tranquilizarlo-. No es para tanto, solo es un dolor, incluso ya me siento mejor-. Miento por su bien.

-¿Qué no es para tanto? Llevas mas de 48 horas inconsciente y ni mencionar como te quedo la espalda-. De repente su mirada se encuentra con la mía y me estremezco por lo que veo-. Matare a ese hijo de puta, te juro que lo pagara muy caro.

No me da tiempo ni de pensar la cantidad de tiempo que llevo dormida cuando me lanza esa amenaza o promesa asustándome aún más.

-NO, tu no le harás nada, es tu padre. Además si dormí mucho es porque estaba cansada y soy bastante débil por lo que un topón lo hago ver más grande de lo normal-. Le acaricio la mano-. Veras que de aquí a mañana ya estaré como nueva y ni rastro quedara de lo que paso, así que no le hagas nada a tu padre.

Suelta mi mano y me mira con dolor y resentimiento.

-Dices eso porque aún no has visto tu espalda.

La forma en como lo dice me deja alerta.

Es verdad que me duele más que la mierda y me siento morir pero ¿es tan grave?

Trato de pararme rápidamente para verme, inmediatamente siento mil puntadas en mi espalda hasta el cuello pero no me quejo, yo quiero ver que es lo que tiene a Jaspers así. Este al ver mis intenciones me trata de tranquilizar para acostarme otra vez pero lo empujo como puedo y me levanto para llegar al espejo en donde me despojo de la polera de él que me debió de haber puesto cuando estaba inconsciente, me giro.

Lo siguiente que se escucha en la habitación es mi grito de horror al ver mi espalada.

En ella hay una marca roja arrugada con costras entre negras y del color de la sangre seca. Alrededor de esta tiene una aureola de moretones verdes, amarillos y morados intercalados irregularmente.

-Cuando nací éramos una familia como cualquiera. Mi padre llevaba el mando de la manada y todos lo amaban, decían que tenia un gran futuro pero hubo un problema que hasta el día de hoy no lo entiendo y mi madre falleció. Obviamente el cambio después de eso, es entendible, pero lo que no lo es, es la forma en cómo me comenzó a tratar. Siempre fue agresivo pero nunca conmigo, antes de que mi madre falleciera yo ya vivía prácticamente en la cabaña en la que dormiste conmigo la primera vez. Se mando a construir por decisión de él para que yo la ocupara, ya que me quería fuera de la manada, pero mi madre lo convenció. Ella no podía hacer nada contra él, él era quien mandaba en la manada. Con solo 5 años me toco vivir solo, en ocasiones la gente de la manada o mi madre me traían comida, pero cada vez era menos frecuente. Un día, cuando yo me estaba muriendo en vida llorando por la pérdida de mi madre él llega a la cabaña y me comienza a golpear sin decirme nada, sin motivo alguno a que lo aliente a romperme dos costillas y dislocarme la mandíbula. Le ordeno a la gente de la manada que no se acercarán y que mucho menos me ayudaran. Yo aun no tenía mi transformación obviamente, por lo cual mi recuperación fue lenta y dolorosamente.- ríe amargamente-. Recuerdo que esporádicamente me venían a dejar comida aun con la advertencia del alfa, pero yo no podía comer por la mandíbula dislocada.

-Dios Jasper-. Pero antes que siguiera me interrumpe.

-Esos encuentros entre el y yo se hicieron más frecuentes y siempre me insultaba y me echaba la culpa por la muerte de mi madre. La rabia fue creciendo en mi al igual que la ira y el rencor hacia él, lo cual provocó que mi lobo apareciera a temprana edad. Eso solo hizo que me tuvieran miedo ya que nunca había pasado algo así y mi padre me trataba aun peor si es que eso era posible. Cuando ya tenia 16 años ya me había acostumbrado a sus golpes y era hora de que los recibiera él. Mi lobo era más poderoso que el suyo y lo destrone, así me volví el alfa, pero no podía gobernar o recibir el titulo totalmente si no tenia a mi mate así que te comencé a buscar. Después de eso no supe nada más de él e incluso me hiciste olvidarme de su existencia.- me mira con ternura y con amor o eso es lo poco que puedo notar ya que lo veo borrosamente por causa de mis lágrimas.

Se aproxima a mi y me abraza por los hombros.

Ahora entiendo todos sus ataques de ira, su enojo y la agonía que le causaba que me fuera, quizás le recordaba a su madre.

El solo era un niño que necesitaba amor y todo lo que recibió fue una vida llena de golpes y maltratos.

-Bianca no importa todo lo que me hizo, eso ya es pasado, pero lo que no voy a permitir es que le hiciera daño a la persona que mas amo -. Me hace cariño en la cabeza tratando de calmar mis sollozos-. Marco tu cuerpo, te hizo daño, tienes que comprender que aun si sigue vivo no le hará bien a nadie, solo te causara dolor y no lo dejare, es mejor que se vaya de nuestras vidas.