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Aparecí de la nada, no anuncié mi presencia, sólo dije adiós.

Antes había caminado sin sentido, esperando al destino, aguardando el centésimo que lo haría brillar.

No sabía el cómo, ni el cuándo, pero sí entendía el porqué.

Vagaba por los lados, me quedaba en una esquina, observando su avance.

Trastabillaba seguido, buscaba disturbios y los conseguía con una facilidad que forzaba lo absurdo.

Una vez pensé que se redimiria, que mejoraría, pero pasó que nunca pasó.

Y se quedó con un destino pactado,con sú destino pactado, por él.

Así que un día, sin previo aviso, aparecí ante él.

No le hablé, no le anuncie sus porqué.
Sólo lo miré y ahí supe que él ya lo sabía.

Se iluminó, como una chispa.
Brilló, como un millón de estrellas.
Flotó, sin gravedad.

Y se alejó dejándome a mí como un ser sin camino, con el único propósito de existir porque sí.

De existir para que otros brillasen por mí y gracias a mí.




























CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora