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Deseo muchas cosas.
Muchas cosas que varían en sentidos, en sonido y en verdad.
Y éstos deseos siempre se quedan en la espera de un "tal vez" que parece que nunca llegará.

Busco muchas cosas.
Más que cosas, busco opciones.
Me inundo en palabras no dichas y exclamadas, tontamente, en la soledad de mi refugio de infante.

Sola.

Pregunto mucho y sé que a veces éso no es sano.
Cuestiono muchas cosas y me hago un lío interno que sólo sirve para abrumar mis cortos pasos.

Me pregunto:
¿Por qué ésto?,
¿por qué será aquéllo?
¿Hice bien o mal?
¿Lo tonta me saldrá natural?

Sí.

No entiendo muchas cosas.
Le busco la respuesta, pero me quedo en notas cortas.
Me refugio en palabras sin sentido, me mantengo borroneada como una palabra difuminada en una hoja de papel viejo, escrito con lápiz negro.

Contemplo la vida, sin siquiera vivirla.
Me quedo quieta porque quiero que todo pase "al natural", sin forzar nada.

Soy la dueña de una vida de hoja de papel.
Soy palabras reprimidas, nunca dichas, y sueños rotos como la punta de mis cuatro lápices de papel.

Tal vez soy un caso solitario.
Tal vez soy un encierro.
Tal vez sólo un cuento mal hecho.













CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora