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Una vez.

Existió un chico simple.

De rasgos simples.

De palabras secas.

De miradas vacías.

Y de una sonrisa...

Peculiar.

El chico que era simple no era siempre de verdad.

Metido en sí mismo, andaba sólo de lugar en lugar.

No buscaba nada de nadie y se limitaba en ser el principal espectador de los demás.

Era simple, pero sus gestos no eran tan simples.

Brindában más que normalidad.

Tenían una luz y una alegría inconsciente, que te hacían obviar la monotonía de su armadura de robot.

Yo miraba a éste chico simple.

Pero que no era tan simple de verdad.




















CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora