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Aparecía roto.

Un sin sentido.

Iluso.

Perfecto.

Y destruido.

Sin sentido.

Sonaba con el ritmo del reloj.

Aquélla era su eterna maldicion.

Ponsoña que lástima sus tontas heridas.

Camina sobre ella.

La misma medida.

Al mismo tiempo.

Todo perdía su acierto.

Así eran las cosas ayer.

Así serán mañana.

Pues hoy dictamina su vida.

Imperfecta por su brisa.

Todo de color plata y carmín.

Perfecta.

Por su inminente fín.










CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora