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Entre todos los mundos que encierran un todo y un nada, allí desolada, quieta y calmada se encuentra la sombra de una dulce pausa limitada por la vida.

Sobre todos los lamentos y los suspiros de anhelo que el mundo no deja de proferir, se encuentran dos ojos que parecen tristes por el fin.

Parecen, ah, parecen tristes. Pero el mundo no entiende que ésos ojos no están nublados de tristeza, sino de incomprensión. Nadie entiende que aparte de lo que encierra su mirada, existe felicidad. Porque ella se siente feliz. Y ni siquiera sabe porqué es así.

Miramos y observamos la vida de una forma auto-perceptiva. Nos fijamos en diez pétalos rotos y obviamos los veinte que se encuentran ocultos detrás del centro de la flor. Captamos muy poco de un entero y lo partimos no en dos, sino en siete partes diferentes...















CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora