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Había una vez un mundo de cintas.
Las cintas no eran sólo cintas.
Las cintas eran las barreras de los humanos.
Algunos tenían cintas en los dedos.
Otros las tenían en el cuello.
Y los más afortunados las tenían en los dedos del pie derecho.
Entre toda la gente sobresalian dos personas.
Los dos se encontraban en lados opuestos.
Los separaban quince cabezas humanas y quince pasos largos hasta el final del extremo.
La primera persona tenía una cinta en la boca.
La segunda tenía una cinta sobre los ojos.
La primera había notado al segundo.
Lo había visto y, con el paso del tiempo, le había tomado un raro tipo de cariño...
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Coraticum
Poetry"Palabras de un corazón inconsciente". Le informo que soy como una hoja de papel. Ando en blanco, sin tinta ni lápiz; no hablo.