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Me acuerdo muy bien de vos, querido amigo.
¿Que de dónde te conozco?
Y eso no es importante.

Me acuerdo de tu sonrisa, de tus manías, de tu tonta y triste imposibilidad.

Un día le dijiste al cielo que serías algo grande, que serías un guerrero, un conquistador; que serías un Rey, que serías más que un simple mortal y que le ganarias a cualquiera que se interpusiera en tu camino.

Pero la realidad en tus sueños no tenía lugar, lástima que la verdad esta en lo primero y no en lo que en verdad quisiste presenciar.

Así que vi las lágrimas cayendo sobre tus mejillas, vi el anhelo perdido escondiéndose detrás de una mentira.
Y lloraste, lloraste y te sentiste un cobarde.

Pero te digo que eras todo menos algo malo.

¿Podías ver el futuro?
Yo que sí puedo, te afirmó que no fuiste ni Rey de un Imperio, ni conquistador de un territorio lejano.
Fuiste un guerrero en la vida, un conquistador de miedos y el Rey de una vida.
La tuya, que siempre será mortal, pero que en ése siempre se extiende todo tu ser y verdad.

CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora