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Quién me obliga a contarlo.
Por qué se esmeran en develarlo.
Me pregunto cuántas veces pensaron,
que yo no podría tener un anhelo indeseado.

No entienden.
No comprenden,
que todo lo que no hago tiene una razón.
Porque no se contentan con evasivas
y se abstienen de tonteos sin humor.

Que me cuesta.
Que me duele.
Que nada tiene un futuro y menos un presente en mi sueño que se vuelve aún más inexistente.

Me llaman como quieren,
y yo siempre sigo ahí,
sonriente.
Me miran raro,
como siempre.
Pero yo siempre lo ignoro,
arduamente.

Estoy cansada de evadir todo lo que pienso.
De obligarme a olvidar todo lo que siento.

Qué tontería es el intentar cosas tan absurdas.
Qué tonta me siento al siquiera reunir tales agonias.

Pero, ¿cómo le hago?
Si el mundo me inunda con sus tontos alagos, ¿cómo sigo caminando sin mis pasos?










CoraticumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora