Capítulo cinco.

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Capítulo cinco. —“¿Por tu garrita?”

*Narra Jorge*

Listo, ¿alguien podría aventar un plátano por donde vaya caminando? Eso sería mejor que soportar esto. La humillación no es nueva para mí pero...que te humille la chica que te trae loco...es bajo, hasta para mí, que estoy más hundido que el Titanic.

—¡HEY! ¿Estás bien? —Lodo siempre sabe lo que me pasa o... ¿es porque ya toda la escuela se enteró? Rayos.

—¿Ya sabes?

—¿Que si ya sé? Jorge, toda la escuela lo sabe —oh genial, mi humillación se expande, gracias compañeros.

—Solo olvídate de eso, es lo que haré yo —sí, como si pudieras olvidarlo. Dijo mi subconsciente.

—No Jorge, Diego te obligó ¿verdad? Ese imbécil se las verá conmigo —y salió volando como un rayo a la cafetería.

—¡Lodo, espera! —y la detuve— Ya deja las cosas como están, Diego obtuvo lo que quería. Humillarme. No tiene caso hacer las cosas más grandes.

—¿No entiendes? ¡ESTOY HARTA! De ver cómo te lastiman, de ver como TÚ dejas que te hagan daño, tal vez tú puedas soportar vivir así, pero yo no puedo soportar verte sufrir —soltó. No pude hacer más que abrazarla. Abrazarla hasta que se calmara.

—Mira, hagamos algo: tú deja las cosas como están y yo... —trague saliva— ...yo no permitiré que me vuelvan a lastimar. —¿Puedes hacerlo, Blanco? Mi subconsciente siempre me critica. Claro que puedo.

—No lo harás, te conozco —dijo Lodo.

—Claro que sí, es una promesa.

—¿Por tu garrita? —oh sí, Lodo es fan de Tierra de Osos, en realidad de todas las películas de Disney.

—Por mi garrita —y la abracé a más no poder. Sé que será difícil pero, no quiero ver a Lodo acercándosele a Diego, ni quiero que él se me acerque a mí así que, estoy harto igual que ella así que...lo intentaré. Y lo lograré.

El día pasó, no volví a ver a Diego en el día, qué raro, bueno estaba esperando a Jerry para irnos a su casa (Jerry tiene una pantalla plana del tamaño de una pantalla de cine, bueno, no tanto, se le acerca) y pensábamos ver pelis, estaba ahí sentado y llegó a mi lado... ¿Martina?

—Hola —dijo la chica sonriendo.

—Lo siento, ya me iba... —debo irme de aquí.

—No, espera —la chica me tomó la mano para evitar que me fuera—. Perdóname.

—¿Qué? —dije sin poder creerlo.

—Sí, discúlpame, mi actitud en la cafetería no fue muy buena que digamos, por no decir que me porté como una bruja —oh Martina, tú no eres una bruja—. No quería actuar así, esque...todo mundo estaba ahí y...debía comportarme de esa manera. Tengo una reputación que defender ¿no pudiste haberme preguntado eso en otro momento? Principalmente ¿en otro lugar?

“No, no pude. Diego, el chico que me hace la vida imposible, me estaba obligando a hacerlo para humillarme, tú sabes, era eso o hacerle daño a mi mejor amiga que solo busca lo mejor para mí, lo usual, tú entiendes”—. No, no pude en otro lugar —terminé diciendo. Era obvio que no podía decirle lo que estaba pensando.

—Bueno, solo quería disculparme contigo por mi actitud hoy, espero que me perdones.

El perdón...algo que todos merecemos ¿no? así pensaba yo, todos podemos equivocarnos o hacer algo malo. Esta chica solo hizo eso por cuidar algo que ama: su reputación. Créanme que si tuviera buena reputación, la cuidaría. “Pero no lastimando a los otros” cállate subconsciente. Y así, la perdoné, no era nadie para guardarle rencor o algo por el estilo “eso o porque estas loco por ella” cállate subconsciente, no es “estoy” es “estamos” recuerda somos la misma persona y ¿sabes que? Tú no...

—Hey, ¿Estás aquí? —la chica me sacó de mis pensamientos, cuando volví en sí, la vi con una hermosa sonrisa, listo, la perdoné.

—Perdona, estaba pensando.

—Me di cuenta —dijo sonriendo—. Oye Jorge —dijo.

—¿Sí? —contesté embobado por su sonrisa, por sus ojos, por Martina, es el efecto Stoessel, así lo acabo de llamar yo.

—¿La propuesta sigue en pie? Es decir ¿aún quieres salir conmigo? —¡¿Qué?! ¿Qué acaba de decir? ¿Martina Stoessel acaba de aceptar salir conmigo?

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora