Capítulo diecinueve.

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Capítulo diecinueve. —"Nuevo día, nueva vida”

—Ok, ok, em... Revisemos, ¿estás listo? —me dijo Lodo. El lunes había llegado, con eso la llegada de un nuevo chico a la escuela. Mis amigos habían venido desde las 7:00am para dar por terminado mi cambio.

—¿Hablaste con los maestros? —me preguntó Clari. 

—Sí, con el director y él hablará con ellos —contesté buscando las llaves de la moto. Es increíble que ya las haya perdido, por Dios.

—Bueno —Jerry revisó mi atuendo—, estás listo.

—Ah, esperen —dijo Lodo, y me quitó los lentes—, dile adiós a estos y... —me dio mis lentes de contacto que papá me había comprado ya hace tiempo— hola a estos —sonrió— ¿qué esperas? Ve a ponértelos, Jerry y yo nos vamos.

—Allá no te hablaremos igual ¿eh, amigo? —habló Jerry.

—Allá nos vemos —dio por finalizado Lodo, para después irse.

Me metí al baño a cambiarme los lentes y obviamente me vi por última vez en el espejo. ¿Ese chico era yo? Las personas cambian, de eso estoy seguro, yo era un ejemplo de ellos. A diferencia de otras personas mi cambio fue tan drástico, ósea el viernes era una persona y ahora, en 2 días me siento otra. Me siento diferente, y espero que actúe diferente.

—¡Hey! ¿Ya te tragó el baño? —gritó mi hermana detrás de la puerta. 

—Allá voy —acomodé mi cabello por última vez y salí directo a la escuela, no sin antes una charla motivacional de parte de Clari, como era de esperarse.


*Narra Lodo*

 Con Jerry llegamos como veinte minutos antes de que dieran inicio las clases, no nos podían ver con Jorge a partir de hoy, se supone que no nos conocemos, ni somos amigos ni nada.

—¡Lodo! Debo hablar contigo —escuché que me gritaba esa voz tan familiar, esa voz que tanto detestaba por lastimar a mi amigo, sí, era Martina. 

—¿Qué quieres? —pregunté con indiferencia mientras caminaba. 

—Necesito hablar con Jorge —contestó una vez que me alcanzó.

—Oh mira, tu cabello quedó limpio después de que lo embarré con helado —dije ignorando por completo su comentario.

—Por favor, debo hablar con Jorge —ahora ella ignoró lo que dije. 

—El chico con el que jugaste y al cual le rompiste su corazón, ¿ese Jorge?

—Escúchame, debo disculparme con él, me porté como una estúpida, soy una estúpida lo sé... 

—Concuerdo contigo en eso de que eres estúpida.

—Debo hablar con él, dime dónde está lo he estado buscando y como él siempre llega contigo, supongo que sabes dónde está, dime.

—Sigue buscándolo, Jorge no vendrá. 

—Dame su dirección, por favor Lodovica no puedo estar así, si entendieras por qué... 

—Nada tiene justificación, y menos que hayas jugado con él, y si quieres explicármelo no quiero escucharte. Aparte, Jorge se cambió de escuela, de hecho de casa, y de ciudad. 

—¿¡Qué?! —la estúpida de Martina contestó sorprendida. 

—Lo que escuchaste, se fue a donde vive su papá, y ni quieras llamarlo, cambió su número. 

—Debe haber una manera de comunicarme con él.

—Tal vez, y si la hubiera yo no te ayudaría ¿sabes? Si la culpa te está comiendo que en realidad lo dudo mucho, es tu problema. 

—En serio quiero disculparme con él. 

—Pues ni modo, no podrás, ahógate en tu consciencia.

—De verdad lo siento. 

—Yo de verdad siento el hecho de que Jorge se fijara en ti, y te creyera todas tus palabras, que creyera en ti, él te quería Martina y no sabes cuánto, destruiste a ese maravilloso chico que solo quería ser feliz contigo.

—Yo no... 

—No me vuelvas a hablar nunca más, conmigo no sabrás nada sobre Jorge Blanco —di finalizada la conversación dándome media vuelta. Odiaba a Martina y muy pronto las pagaría.


*Narra Martina*

Todo lo que Lodo me dijo era verdad, destruí a Jorge, a una persona que no lo merecía y que jamás le hizo nada a nadie. No sé cómo me convenció Mechi de hacerlo, no supe que me dio valor para continuar con el plan, y mucho menos supe de dónde salieron las palabras tan crueles que le dije una vez terminado todo. Seguramente no me entienden y piensen lo peor de mí, pero créanme que de verdad estoy arrepentida. Sé que todo esto ya no tiene arreglo, pero sólo necesito ver a Jorge y pedirle perdón, con Lodo jamás conseguiré nada, con Jerry igual lo dudo ¿con quién más puedo conseguir información de Jorge? De nadie.

—Martina ¿qué te pasa? —me dijo Cande al llegar al lado mío.

—Solo pienso y trato de no sentirme tan mal como me siento ahora. 

—Jorge, ¿no? 

—Necesito disculparme con él. 

—Según supe él se fue —los chismes vuelan en esta escuela.

—Escucha, aunque quisieras hablar con Jorge ahora y pedirle perdón, no te lo dará. Esto acaba de pasar, espera a que pase un tiempo y las heridas sanen, ahí intentas de nuevo hablar con sus amigos y encontrarlo.

—Tal vez, pero ¿qué hago mientras? 

—Seguir con tu vida, así de fácil. No puedes vivir culpándote por algo que ya pasó. Sí, jugaste con él, pero ya no puedes hacer nada, espera un tiempo y vuelves a intentar, créeme, será lo mejor —hablar con Cande era lo mejor que uno puede hacer cuando está mal, ella te escucha y te aconseja realmente. Ella tenía razón, Jorge no me perdonará así porque así, tal vez deba dejar pasar un tiempo y…volver a buscarlo una vez que todo esté mejor ¿mientras que haré yo? Seguir con mi vida como dice Cande, eso sí, con una consciencia ya manchada. 

—Gracias —dije y la abracé.

—Oigan escúchenme, no es momento de abrazos —llegó Mechi a romper el abrazo ¿Qué le pasa que está así?

—¿Se puede saber por qué gritas? —le preguntó Cande.

—Martina, sé que estás mal por lo de Blanco y todo eso pero… ¿adivina qué? —dijo Mercedes, ese momento era en el que se supone que debo adivinar de qué habla, pero no estoy de humor para adivinar cosas.

—¿Qué pasó? —contesté en un suspiro.

—Acabo de llegar a la escuela, pasaba por la oficina del director y hay un chico nuevo, debo decirlo, es muuuy lindo ¿no te gustaría conocerlo? Te juro que te lo dejamos para ti ¿verdad Cande?

—¿Escuchas Martina? Un chico, lindo, tal vez eso te distraiga un poco —apoyó Cande a Mercedes.

—Está súper lindo, en serio tienes que verlo —me levantó Mercedes a la fuerza, yo no quería un novio. Me estaban arrastrando hacia donde Mechi decía y…Mercedes tenía razón. Estaba recargado en la pared viendo su teléfono. Cabello bastante lindo, una ropa que le quedaba perfecto y algo que tapaba sus ojos, unos lentes de sol. Al final no fue tan mala idea venir a ver un poco.

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora