Capítulo catorce.

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Capítulo catorce. —“Y empieza el juego”

Caminé sin rumbo bastante rato, estaba consciente que caminaba bajo la lluvia, sin ser dramático eso es lo que menos me importaba en ese momento. Paré en un callejón y me senté recostado en la pared, aún con caminar no comprendía por qué me hicieron esto, tal vez debía sentarme, solo quería estar solo y llorar.

—Por fin, aquí estás —dijo agitada una voz entrando al callejón donde me encontraba. Aun en mi estado reconocía esa voz.

—Me enteré hace rato y...llegue tarde...si hubiera sido más rápida no... Perdóname —hablaba sin terminar oraciones mi amiga.

—Quiero estar solo, Lodo, por favor —contesté con la mirada baja, viendo las gotas que alcanzaban a traspasar el "tejado" que formaba la ropa colgada.

—Aunque no me quieras aquí, yo no me moveré, tan solo quiero estar aquí contigo, a tu lado, que sepas que aquí estoy —contestó tomando un lugar al lado mío, sentándose en el piso como yo.

—Vete —dije en un susurro—. No quiero hablar con nadie.

—¿Quién dijo que yo quiero hablar? Ya te dije, solo déjame estar aquí contigo —después de decirme eso no pude hacer nada más que abrazarla, necesitaba un abrazo, necesitaba sentir que alguien estaba conmigo ahora…y esa persona era Lodo.

Lo que pasó en los próximos minutos o más, perdí la noción del tiempo solo fue un gran silencio, ella miraba las gotas que caían, yo, no sé qué hacia mi cuerpo, solo sé que mi mente estaba perdida buscando respuestas y mi corazón, bueno, él estaba destrozado.

—Perdóname —dije aún con la cabeza baja, no podía mirarla a los ojos, no podía levantar la mirada. Me sentía derrotado.

—¿De qué? —contestó incrédula.

—Jerry y tú me quisieron ayudar y yo como un estúpido no les creí.

—No pidas perdón, ellos fueron los que hicieron daño, ellos deben pedir perdón no tú —razonó Lodo. Aún así yo les debía perdón a mis amigos, ellos no me importaban, no esperaría un perdón de ellos, no lo darían jamás.

—¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto a mí? —ignoré lo que me dijo, ahora sí necesitaba hablar, necesitaba encontrar las respuestas que yo no pude encontrar solo.

—Las personas como ellos no tienen motivos para lastimar a quienes no les han hecho nada, solo lo hacen por diversión, ellos encuentran divertido el sufrimiento de los demás. Gente como ellos no deberían existir.

—Tampoco gente como yo —gente estúpida como yo, esas personas llegaban hasta donde los tontos como yo los dejábamos.

—No digas eso, tú eres...

—Un estúpido, un imbécil, un...

—Un gran chico que no merece todo esto.

—Yo me siento un estúpido.

—Mira Jorge, entiendo que...

—No, Lodo, tú no entiendes nada de esto —dije hablando más alto, necesitaba sacar todo—. No tienes idea de lo que es que todos los malditos días de tu vida un tipo te moleste, te ataque cómo y cuándo quiera y lo peor, que tú lo permitas; no tienes idea de lo que es vivir sin tu padre cerca, sin esa figura paterna que todo chico necesita, sin esos consejos que los padres te dan —empezaron a salir lágrimas de mis ojos, de nuevo—. No tienes idea de lo que es levantarte y que tu madre no esté para darte los buenos días, que en los festivales del día de las madres debas ir solo porque no tienes mamá, que los niños te digan "huérfano" durante el recreo, no tienes idea de lo que es vivir sin mamá, no tienes idea de lo que es ser rechazado, que te guste una persona, que te enamores de esa persona ¿para qué? Para que jamás te corresponda, no digas que me entiendes, no lo haces y no lo harás.

—Jorge...

—¿Y sabes qué? Estoy harto, harto de todo, harto de mi vida, solo quiero que todo cambie.

—No puedes cambiar tu vida Jorge, no puedes hacer que tus padres estén aquí, no puedes.

—Eso no lo puedo cambiar, pero ¿sabes? Hay cosas que sí puedo cambiar —dije levantando a medias mi mirada.

—Me cansé, me cansé de Diego, de Martina, ellos creen que pueden hacer y deshacer todo y nada pasará.

—Lo sé pe...

—Gente como ellos solo buscan a imbéciles con quien jugar, con quien reírse un rato —me limpié todas las lágrimas que tenía en mi rostro, no lloraría más—. Yo también puedo jugar —por fin levanté mi mirada.

—¿Qué? —preguntó Lodo sorprendida.

—Les enseñaré que yo también puedo jugar, y jugar mejor que ellos.

—¿Planeas vengarte? ¿Tú, Jorge Blanco, planeas vengarte?

—Blanco ya no existe, y sí, me vengaré de Diego y Martina ¿es divertido jugar con los sentimientos de los demás? Bueno, yo quiero divertirme un rato.

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora