Capítulo treinta.

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Capítulo treinta—. “La etapa de la luna de miel”

*Narra Martina*

—¡Eso no se pregunta! —grité bastante emocionada al momento de abrazarlo, sí, no me importa parecer una urgida, quiero un novio.

—¿Eso estuvo bien? ¿Lo hice bien? —preguntó Jorge mientras yo lo dejaba sin aire, digo, yo lo abrazaba. 

—Sí, eso fue muy dulce.

—¿Entonces somos novios? —me preguntó Jorge al momento de entrelazar nuestras manos, ah, es perfecto este momento. 

—¿Qué crees tú? —y me lancé sobre él para besarlo, debíamos sellar nuestra relación de alguna forma ¿qué mejor que con un beso?

El resto de la noche (o bueno, hasta las 10:30, el momento en que Jorge dijo que no quería recibir más odio de mi madre por llevarme tarde) fue hermoso, estar con Jorge es como estar arriba de un globo, es impredecible y arriesgado porque no sabes qué dirección tomará pero también es divertido y emocionante el estar a miles de metros del suelo, así me siento al estar con él, que soy capaz de flotar. Al llegar a casa Jorge se despidió de mí con un beso en los labios, sí, puedo acostumbrarme a sus labios sobre los míos. Después fui directo a la cama, por suerte mamá estaba en una llamada de trabajo, eso lo supe gracias a Katie. No supe más de mí al caer a la cama, solo sé que me dormí con una sonrisa en mi rostro, porque tenía novio.

—¡Buen día familia! —grité a todo pulmón al llegar a la sala, donde no había nadie por supuesto. 

—¿Estás feliz hoy? —escuché la voz de una fiel trabajadora de la casa, era Tita, la cocinera de la casa desde que tengo memoria. 

—¿Es tan raro de mí desearles a todos buen día? —le dije de camino a la cocina (donde a veces prefería comer). 

—No, pero creí que después de la pelea que tuviste con tu madre ayer, estarías de mal humor, pero...¡ah! después de la pelea saliste con un chico y llegaste como a las 11, con razón tu sonrisa —dijo sonriéndome cómplicemente.

—¿Cómo sabes tanto, eh? —intenté hacerme la desentendida mientras tomaba una manzana en mano y caminaba a la barra de desayuno— No importa Tita, sé que eres una chismosa y por eso sabes todo; ¿hay algo de comer aparte de frutas? 

—No quieres hablar, está bien, pero ese repentino cambio de tema me dice que sí pasó algo con el chico para que estuvieras así de feliz esta mañana. 

—¿Y mis padres? —seguí haciéndome la tonta, Tita ahogó una carcajada para después ir a la estufa a prepararme algo. Tita era más que una empleada, era una amiga, esa típica empleada que es tu cómplice, la extrañé la semana pasada que no estuvo, ya que fue su descanso.

—¿Hot cakes están bien? 

—Con cajeta, por favor —agradecí mentalmente que me dejara de molestar, ¿soy tan obvia con mi felicidad?

—¿Y mis padres? No lo decía para cambiar de tema, Tita —desayuné y noté que ninguno de mis papás llegaba y volví a insistir. 

—Tu mamá tenía una junta de emergencia, tu papá tenía que salir de la ciudad, ¿no te dijo? 

—No, y no me molesta, es típico en él. 

—Será mejor que te vayas, llegas tarde ¿te llevará el chofer? 

—Prefiero caminar —le grité desde la puerta. 

—Cuidado con los autos, las enamoradas se pierden en su mundo —gritó para molestarme, yo solo di un chillido agudo en señal de molestia ¿cómo me conoce tanto?

—Buen día Cande —llegué al lado de mi amiga. 

—Tú dime ¿qué pasó?

—Nada, ¿no puedo ser feliz solamente? —sonreí, de nuevo.

—Jorge, ¿verdad? —levantó una ceja hacia mí, ok, me descubrió.

—¡Somos novios! —le dije emocionada, obviamente. 

—¡Ah! —y así ambas empezamos a brincar de felicidad a medio pasillo de la escuela, soy muy feliz. ¿Y saben quién venia entrando? El chico que causa mi sonrisa.

—Hola bonita —llegó y me dio un beso en la mejilla.

—Hola guapo —¿podía dejar de sonreír? 

—Jorge, Tini, estoy muy feliz por ambos —dijo Cande. 

—Gracias, Cande —no, no puedo dejar de sonreír. Y ahí Jorge entrelazó nuestras manos.

—Hola, Jorge —llegó Lodo y Jerry a nuestro lado ¿desde cuándo son amigos de Jorge? No me molesta, pero ¿en qué momento se hicieron amigos?

—Hola, chicos. Martina, ya conocías a Jerry, ¿no?

—Sí, hola chicos.

—Esperen un segundo... ¿son novios? —dijo Jerry después de mirar mi sonrisa, luego a nuestras manos juntas— ¡Pero claro que lo son, tan solo mírense! —gritó a medio pasillo.

—Jerry, calma... —traté de calmarlo cuando siguió.

—¡Jorge y Martina son novios! ¡Wow! —siguió gritando ¿Qué le pasa?

*Narra Jorge*

Debí haber pensado que era mala idea contarles a los chicos ayer en la noche que éramos novios con Martina, Jerry empezó a decir que toda la escuela debía saberlo, así cuando la humillación llegara toda la escuela sería testigo del “amor” que Martina me tenía, amor que aún no existe claro.

—¿Puedes bajar la voz, Jerry? —le susurré, era un idiota.

—Lo siento, él es un estúpido —dijo Lodo. 

—Ya lo sabíamos, Lodovica, no es un misterio la estupidez de este chico —dijo Cande señalando con la cabeza a Jerry, el cual solo se reía en voz baja.

—Chicos, debo ir a buscar a un maestro, ¿vienes Jorge? —me preguntó Martina cambiando de tema.

—Tengo que hacer otra cosa, ¿te veo después?

—Vale —dijo con el ceño fruncido ¿esperaba que pasáramos todo el día juntos o qué?

—Yo voy, Tini —dijo alegremente Cande.

—Vamos —jaló a Cande—. Adiós, Jorge —dijo sonriendo y se fue.

—Eres tan estúpido, ¿debías ser tan gritón? —le gruñí/susurré a Jerry una vez que estábamos solo los tres.

—A ver, dañan mi autoestima, ¿sabían? —Jerry salió con un tono de dolor, que sé que es mentira.

—No debías ser tan obvio, Jerry —dijo Lodovica frunciendo el ceño.

—Disculpen por querer ayudar, ¿sí?

 —No digo eso, solo que, ¿debías ser tan obvio? Creo que el salón de matemáticas, de otra escuela, no te escuchó.

—Bueno, yo solo…

—¿Saben? Debo conseguir nuevos amigos —Lodovica se dirigió a otro lado, lejos de nosotros.

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora