Capítulo treinta y seis.

550 37 2
                                    

Capítulo treinta y seis―. “Estupidez creciente”


*Narra Jorge*

5 días habían pasado desde que el maestro de música nos dejó escribir una canción individual y debo admitir que yo no tenía absolutamente nada. Dos chicos que parecían tener absolutamente todo entre ellos era Ruggero y Lodovica, todo era miel sobre hojuelas en esta parejita, Lodo era feliz así que yo también lo estaba. Ruggero se había alejado estos últimos días de Diego y yo estaba aún más feliz por ello. Eso significaba que en realidad Ruggero estaba cambiando porque cualquier persona cercana a Diego, créanme que esa persona no querrían tenerla de invitada a su lista de amigos. Otras personas que parecían estar bien son Alba y Facundo; ¿pueden creer que Facu la besó en la primera cita? 

―Jorge, estoy desesperada, no tengo ni una idea para la estúpida canción de la estúpida clase del estúpido maestrucho ese ―Martina se sentó a mi lado y puso su cabeza en mi hombro mientras decía malas palabras sobre ese ejercicio. Martina y yo…bueno ¿Qué podría decirse de una relación, em, como la nuestra? Saben a qué me refiero.

―¿Con que diciendo malas palabritas? ¿Qué vocabulario es ese? ―puse mi brazo sobre sus hombros, logrando un abrazo, o algo parecido.

―No estoy de humor, Jorge. Jamás había tenido problemas al escribir y ahora parece que no soy capaz de escribir dos versos que rimen.

―No soy la persona indicada para ayudarte, pero ¿te puedo ayudar en algo?

 ―No creo. Gracias de todos modos ―tomo una respiración profunda―. ¿Cómo vas con eso? ―dijo aún sin salir de mis brazos.

―Mal, soy un asco escribiendo ―jamás había intentado escribir, apenas empecé 5 días anteriores, pero como saben, no llevo nada. 

―Bueno, creo que debo seguir intentando, y no lo lograré aquí haciendo nada ―salió de mis brazos.

―¿Te veo después de clases? ―pregunté esperanzado en poder verla más tarde, em, digo, pregunté porque... porque eso hacen los novios, preguntar y querer ver a sus novias después de clases.

―Estaré con Mechi y Cande después de clases. Dicen que las he olvidado y esas cosas de amigas celosas ―rió entre dientes. ¿Saben? Me he acostumbrado a su risa, es linda―, pero yo te llamo en la noche y tal vez podamos salir a algún lado ¿te parece?

―Me parece bien ―tomé la mano de Martina antes que se fuera―. ¿No se te olvida algo?

―Sí, buen punto ―me valió prácticamente estar en zona escolar en el momento en el que la besé. Otra cosa a la que me había acostumbrado es a sus besos, a sus labios, juro que podría besarla todo el tiempo y me valdría muy poco el hecho de respirar, después de todo ¿Quién necesita aire cuando tienes los labios de Martina? Nadie. O por lo menos yo no.

―Estamos en la escuela, galán ―se separó de mí y me reprendió cuando sin querer mordí su labio inferior y también sin querer mi lengua con vida quiso colarse más a fondo en su boca. ¿Qué? No me miren así, después de todo es mi novia ¿no? No mando a mi lengua―. Te veo después ―me mandó un beso y se fue dejando a mi lengua que tiene vida propia sin una amiga. 


*Narra Martina*

Estúpida. Eso me habían estado diciendo toda la tarde mis amigas cuando me perdía de la conversación por pensar en mi chico. Mi chico, que lindo suena eso. MI CHICO. Ahhh. Y otra vez volvía a pensamientos sobre mi chico y volvía a sonreír como estúpida.

―No puedes estar más enamorada de ese chico, ¿cierto? ―me preguntó Mechi una vez que llegamos a mi casa después de una tarde de compras.

―No, no podría ―acepté encogiéndome de hombros.

―Creo que esa es la razón por la que no puedes escribir, según me habías dicho no quieres escribir nada romántico para no parecer tan estúpida ante toda la clase pero simplemente solo piensas en eso ―Cande tenía razón, solo pensaba en eso. Me estaba volviendo una obsesiva tal vez.

―Es normal que pienses en el todo el tiempo, ya que acaban de comenzar no hace mucho y tú ya estas súper loquita por él ―Mechi leyó mis pensamientos. Mercedes, Cande y yo sin dudas habíamos cambiado, véanos ahora y luego miren meses atrás, ¿notan la diferencia? No sé qué pasó con ellas pero sin dudas sé qué me pasó a mí.

―Aparte que ese chico no tiene nada de feo ―las tres reímos, no, nada de feo―, escribe sobre eso, si no, no podrás escribir nada.

―Tienen razón, es eso o reprobar ―tomé una blusa que había comprado hoy y la abracé―. Es que es tan lindo conmigo, juro que amo cada momento que pasamos ―y ahí volvía la estúpida.

―Yo quiero un Jorge ―Cande hizo un puchero y se sentó en la cama.

―Yo también quiero mi Jorge ―Mechi se le unía.

―Pues lo siento, Jorge es único y ya no hacen más como él ―arrg, en serio sonaba tonta pero ¿saben? No me importaba demasiado. Después de todo, creo que encontré al indicado. El indicado, eso es. La idea llego a mí―. Chicas, tengo la idea para la canción ―dije de repente, así como la idea llegó. De repente.

―¿Algo cursi? ―me preguntó Cande poniéndose de pie.

―Algo cursi ―dije con una risa. Yo era feliz y si a la gente le parecía mal, me valía un comino lo que pensaran de mí y mi estupidez creciente.

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora