Capítulo veinticinco.

799 29 0
                                    

Capítulo veinticinco—. “Fiesta adolescente”

*Narra Jorge* 

El resto de la semana tuvimos castigo, le di la revancha a Martina (solo que esta vez nos aseguramos de tener limpio el piso para cuando llegara el profe), el jueves Jerry y Lodo me ayudaron para "bailar"; no fue difícil, ya que sólo es moverse, cualquiera puede hacerlo ¿no? El mismo jueves intenté volver a hablar con Lodo sobre Ruggero pero ¿qué creen? Me mandó al diablo. Como es obvio, Martina y yo vamos excelente, el día de la fiesta llegó, nos veríamos en la casa de Mechi y ahora mismo estoy en casa preparándome para partir a mi primera fiesta adolescente.

Pero claro, algo debía hacerme sentir incómodo en el día y quién mejor que mi hermanita para cumplir ese reto. 

—Nada de drogas, Jorge —me dijo mi hermana por décima vez en lo que me ponía los zapatos.

—Claro que no —contesté cansado. 

—Jorge, en estas fiestas es obvio que habrá sexo; nada de eso, ¿vale? —casi me caigo de la cama al escuchar esto.

—¡CLARI! —le grité enfadado de esta charla. ¿Es necesario todo esto? ¿Y ser tan directa? 

—Bueno, relájate, solo quiero que no te pase nada —levantó las manos en signo de "tranquilo, sólo evito que mi hermano se drogue y tenga sexo en una fiesta".

—Se me hace tarde, Clara —me paré enfrente del espejo a acomodarme el cabello, debo huir de aquí, pronto. 

—Claro. Te quiero aquí a las 2am, ¿vale? 

—De eso quería hablarte, Jerry irá a la fiesta y me quedaré a dormir en su casa después de la fiesta... claro, si me dejas —mi hermana me miró con una cara...— ¿Qué? —dije tranquilo tomando mi billetera. Libertad, normalidad, allá voy. 

—¿Y si "duermes en casa de Jerry" esperas que no crea que te llevarás a una chica a un hotel para...? 

—¡CLARA! Por favor cállate, dormiré en su casa, lo juro. 

—¿Seguro? 

—¿Te he dado motivos para dudar de mí alguna vez?

—No... —contestó jugando con el borde de su blusa. Mi hermana es increíble, lo juro. 

—¿Entonces? Si quieres te paso a la mamá de Jerry, al papá, al perro, al pez, a quien quieras ¿confías en mí? 

—Sí —dijo mirando al suelo. O está mintiendo, o está arrepentida de todo lo que pensó antes, supongo que es la segunda.

—Debo irme, ¿sí me dejas? 

—Claro que sí, guapo. ¿Me disculpas por lo que te dije?

—Claro que sí. ¿Hablamos mañana? Se hace tarde. 

—Ok, suerte y diviértete —me dijo cuando iba directo a la puerta—... Espera —me frenó al llegar a la puerta—, pero no demasiado ¿eh? —me dijo con una sonrisa— Lo siento, no puedo evitarlo, ya ahora sí vete —no pude evitar reírme, mi hermana es tan extraña. 

—Te veo mañana, Clari —y fui a mi motocicleta, a la fiesta de Mercedes Lambre.

*Narra Martina*

—Hola, guapo —le dije sobre la música a Jorge cuando llegó al lado mío. 

—Hola, preciosa ¿tan temprano y ya tomando? 

—Es solo un vasito ¿qué puede pasar? Por cierto ¿quieres? —le ofrecí de mi vaso.

—Ahora no, guapa, más tarde. 

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora