Capítulo treinta y siete.

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Capítulo treinta y siete―. “Confianza... uno, dos, tres, cuatro...” 

*Narra Martina*

“Creo que realmente me estoy enamorando de su sonrisa, siento mariposas cuando dice mi nombre”

―¿Componiendo, pequeña saltamontes? ―llegó Cande a mi lado cuando yo estaba tan metida en mi pequeño cuaderno.

―Sip, tenían razón, ayer después de mi cita con Jorge comencé a escribir ―poco tiempo escribiendo y ya llevaba bastante, parecía que la letra fluía sola.

―Te lo dije, si solo pensabas en el chico ¿Cómo pensabas escribir sobre algo distinto? ―tomó mi cuaderno de un jalón― ¿A ver? ―una parte de mí quería quitarle esa libreta, y la otra quería que viera mi trabajo. Después de todo ¿quién te ayudará a crecer si no son tus amigos?

Ese hablar tan suave que me estremece

Él tiene todo lo que una chica quiere

Guitarra linda, él la toca genial

y no puedo impedirme a mí misma

De tener que hacer algo estúpido

Creo que realmente me estoy enamorando de su sonrisa

Siento mariposas cuando dice mi nombre

―Esto es increíble chica, se la tienes que enseñar ahora ―hizo énfasis en “ahora”.

―¿Qué? Claro que no.

―¿Por qué no? Es increíble lo que llevas.

―No se la enseñaré todavía, es vergonzoso.

―Por Dios, es aún más vergonzoso que no se lo quieras mostrar.

―No entiendes... ―suspiré― Es la primera vez que me pasa esto, y no sé, ¿Qué tal si voy demasiado pronto? ¿Qué tal si no le agrada la idea de que yo lo considero como el indicado? ¿Qué tal si se espanta y se aleja de mí? Es más, cambiaré de canción, esto es una locura ―me paré directo al bote de basura, no podía escribir sobre eso.

―Hey, relájate, es más una locura todo este escándalo que estas armando ―tomó mi muñeca y me jaló de nuevo a la silla ―es muy lindo que por fin descubras ese sentimiento, y sé que da pena demostrarlo, y más si crees que vas muy rápido pero, ¿Qué tal si él no da el siguiente paso porque tiene el mismo miedo que tú? Alguien debe tomar la iniciativa, y esta puede ser tu oportunidad.

―¿No crees que es estúpido? ―levanté mi vista que estaba perdida en el suelo de la escuela.

―No, anda, no tengas miedo y simplemente completa esa canción, y ya después se la enseñas. Después de todo él la escuchará. No tengas miedo de demostrar tus sentimientos.

―Wow ―estaba sorprendida, Cande siempre era la más “psicóloga” de las tres, pero fue muy maduro eso―. ¿Sacaste esos diálogos de tu mamá?

―No, lo saqué de un diálogo de la televisión ―ah, tenía que ser.

―Entonces muy bueno ―me reí―. Ok, de todas formas Jorge no debe enterarse de esto ¿vale? Este papelito estará en el olvido ―lo guardé muy bien dentro de mi mochila, no podía enterarse de esto…no por ahora.

*Narra Lodo*

Ustedes dirán, ¿Lodovica Comello espiando? Y yo diré no, simplemente pasé por el lugar indicado en el momento indicado. Eso de que Tini le esconde a Jorge algo no lo sabía. ¿Qué será? ¿Le digo a Jorge? No, eso será de esas metiches chismosas de las que siempre me río. No creo que sea nada malo ¿verdad? No puede ser posible que lo esté engañando con otro chico ¿cierto? Martina está loca por Jorge. Pero no quiero que Jorge vuelva a sufrir, le toca a esa chica el papel de la sufrida. Bueno, de todos modos Jorge no está interesado en ella, no más. ¿Le digo? De repente sentí que mi cabeza chocaba contra un cuerpo.

―Hey, ¿perdida en tu mundo, preciosa?

―Rugge, hola, estaba pensando y no te vi.

―¿Estás bien? ―tomó mis manos.

―No sé qué hacer, ¿le digo? ¿No le digo? ¿Qué hago?

―No se dé que hablas pero…creo que debes decir la verdad ¿no?

―Creo que sí, aparte él merece saber que su novia le oculta algo ―me lo repetía más a mí misma que a Rugge.

―Espera ¿de quién hablamos?

―Al rato te digo ―besé su mejilla―. Te quiero ―y salí corriendo del pasillo.

*

―Entonces Martina me esconde algo... ―se repitió Jorge a sí mismo como por décima vez.

―Sí, yo no sé qué sea pero creo que merecías saberlo ¿crees que te engañe? ―sé que no fue una linda manera de decirlo pero…bueno, júzguenme.

―Sé que debería decir que sí después de todo, pero… ―respiró― No creo.

―¿Qué? Pero, después de todo… ―no entendía ni mierda.

―Gracias por decírmelo, tal vez hablaba de otra cosa. No creo que me engañe.

―¿Por qué lo dices? ¿Te enamoraste de ella? ¿Confías en ella aun así? ―tranquila, respira, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…no funciona y voy por el seis…cuidado. Tardó en responder, mierda.

―Solo sé que Martina no sería capaz de hacerme esto, creo que…―lo interrumpí.

―¿Solo crees que la chica que jugó contigo no podría engañarte? ―lo solté, estaba molesta con él. ¿Por qué vuelve a caer?

―No te enojes... ―me miró con su carita de perrito, que admitiéndolo…mejoró bastante.

―¿Que no me enoje? Lo siento, tarde ―crucé mis brazos y le di la espalda.

―Estás haciendo una escena absurda, le preguntaré qué se trae entre manos y ya. Salimos de dudas ―con sus brazos intentaba voltearme, no lo logró y él se cambió de posición estando enfrente mío.

―¿Te dirá la verdad? ¿Estás seguro? ―qué estupido es esto.

―Las relaciones están basadas en confianza y en no mentir ¿no? Ella me dirá la verdad, verás que nada malo pasa.

―¿Entonces confías en ella? ―me temía la respuesta.

―Sí ―dio un suspiro― Confío en ella y sé que nada malo ocurre.

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora