Capítulo veintitrés.

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Capítulo veintitrés—. “Primer round”

*Narra Martina* 

Al despertar, lo primero que vi fue mi enorme oso de peluche que papá me compró unos años atrás, al lado de él una enorme ventana por donde se supone el chico de mis sueños me traía una serenata, pero no, "mi príncipe" aún no llega. Y, siendo sincera, aún no lo espero. Puedo divertirme y ser feliz sin ese "príncipe azul" con el que todas las chicas sueñan.

—Martina, levántate —con un golpe en la puerta llegó mi padre a avisarme que debía prepararme para un nuevo día en la escuela. Mi papá, Alejandro, es un socio importante en una disquera reconocida del país; en cambio mi madre, Mariana, es dueña de una empresa que se encarga de hacer comerciales, anuncios, etc. de marcas que los contraten, obviamente. ¿Hermanos? Soy hija única así que sí, soy la mimada de la casa; en respecto a caprichos o dinero, porque en tema de cariño, estoy sola. 

—Ya voy —dije poniéndome de pie lista para ducharme. Después de una ducha y haberme preparado, bajé a desayunar a "socializar" con mis padres.

—Buen día, linda —dijo mi madre tomando café y revisando su laptop; trabajo, supongo.

—Buenos días —dije tomando asiento para poder desayunar lo que el chef había preparado para mí.

—Buen día, cielo —llegó mi padre con su celular en mano. 

—Buen día, pa. 

—¿Cómo estuvo tu día ayer? —preguntó mi padre. 

—Estupendo. De hecho, ayer...

—Espera linda, tengo una llamada de Pablo, no tardo —Pablo es el socio de mi padre.

—Mamá, ¿puedo cont...?

—Espera linda, estoy ocupada planeando un... 

—Un nuevo comercial, ya lo sé. ¿Sabes? No tengo hambre. Dile a papá que tuve que irme, recordé que debo llegar temprano a la escuela. Bye. 

—Suerte —fue lo que escuché al irme por la puerta.

*Narra Jorge*

La primer clase llegó, ¿Martina no habrá llegado aún? 

—Tranquilo, Romeo, seguro ahora llega tu princesa. 

—Ni siquiera pensaba en eso, es más, ¿quién eres tú y por qué rayos me hablas? —jugué con Jerry, el tonto no recuerda que no nos conocemos, prácticamente. Sólo asintió y tomó asiento.

—Hola clase, buen día —llegó el maestro de física al aula. Nosotros sólo contestamos con el tipico "buen día". Martina no llegó, ¿estará enferma? 

—Hoy empezaremos con... —alguien llegó corriendo al salón. 

—Señorita Stoessel, se le hizo tarde, ¿no le parece? 

—Lo siento, ¿puedo pasar? —preguntó Martina.

—Tome asiento —Martina pasó a tomar asiento—. Ah y la veo en el almuerzo, durante el castigo.

—¿Te quedaste dormida? —le pregunté en un susurro cuando llegó a su asiento.

—Más tarde te cuento —contestó en un susurro sin dejar de ver al profesor. 

~¿Qué pasó con Martina?

Jerry me envió un mensaje a media clase. Se lo regresé.

~No me contó nada, espera.

~¿¿Seguro??

~¿Qué onda contigo, Jerry?

~Nada. ¿Está bien?

~Ya te dije que no lo sé.

~Idiota.

~Idiota tú.

~Nos darán un castigo por tu culpa.

~El anciano ni se da cuenta.

Estuvimos enviándonos mensajitos por un rato sin que el maestro se diera cuenta, hasta que...

—¿Tiene algún problema con su celular, joven? —el maestro me cachó respondiéndole a Jerry.

—No, no, nada...

—Castigo en el almuerzo, ahí nos vemos —reprendió dándose la vuelta a seguir con la clase.

~Por tu culpa me castigaron ~le envié un mensaje a Jerry al terminar la clase.

~Eso esperaba, Jorge. Se supone que eres malo, el castigo de Martina me recordó que tú debes tener castigos y eso.

~I hate you.

—¿No podías aguantar tener tu almuerzo sin mí? —llegó Martina por detrás.

—Sí, no sabes cuánto —dije sarcásticamente.

—Tranquilo, estaremos juntos en el castigo.

—¿Por qué se te hizo tarde? La princesa tardó porque su carruaje no llegaba o qué.

—Ya quisiera ser una princesa y que me traiga un carruaje...

—¿Entonces?

—Se me hizo tarde desayunando, es eso...

—Me encantaría seguir contigo preciosa, pero tengo clase.

—Te veo en el castigo.

—Que mal concepto tenemos de una primera cita, ¿no?

—¿Primera cita?

—Claro, paso por ti a las 11:00 para salir.

—Me encanta la idea, al rato nos vemos —dijo y se fue a su casillero.

*Narra Martina*

—¿Por qué llegaste tarde? —me preguntó Mechi antes de que iniciara la tercera clase del dia. El salón estaba prácticamente vacío, solo Mechi, yo y otros 2 más.

—Problemas con mis papás de nuevo, nada importante, me fui temprano sin desayunar así que fui a desayunar a otro lado y ahí se me hizo tarde.

—Lo siento...

—Hola, guapas —llegó Diego, como siempre, a interrumpir todo.

—¿Te importa? —le dije molesta.

—¿Qué te traes con el nuevo? ¿Tu próxima víctima?

—Cállate —le contesté.

—Espera... no me digas que en serio te gusta...

—Si eso fuera verdad, a ti no te importaría.

—¿Ah no? —me tomó por las muñecas bruscamente.

—¡Suéltame, imbécil!

—¿Estás sordo o no escuchaste a la señorita decir que la soltaras? —escuché una voz llegar por detrás de Diego; Jorge.

Opuestos Pero PerfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora