XXV

1.4K 85 4
                                    


31 de agosto, 2015

Charlotte


Me senté sobre la cama tratando de regular mi respiración. Las pesadillas volvían a atacarme, convirtiéndome en la persona que me arrebató la vida, la vida del hombre que amaba.

Las lágrimas fluyen sobre mis mejillas, ni siquiera me percate cuando comencé a llorar. Recogí las piernas hacia mi pecho, ya no podía controlar mis emociones.

Todo parecía que se estaba escapando de mis manos.

Soltando un suspiro rendido, me levanté de la cama y caminé al baño. Lave mi rostro unas cuantas veces y cepille mis dientes. Peine mi cabello en moño alto un poco desordenado. Le di un vistazo al reloj de pared, apenas serían las seis de la mañana.

Para no desperdiciar el tiempo, fui hacia la cocina a preparar el desayuno para que Colton comiera antes de ir a la universidad. Abrí el refrigerador y saqué la leche de cartón con algunas fresas. En un tazón grande coloque la harina especial para hacer unos waffles.

Mientras batía la mezcla para los waffles, un repentino mareo me atacó haciéndome retroceder sobre mí misma. Mi vista comenzó a oscurecerse y mis piernas se sintieron débiles, que si no me hubiera sostenido por el taburete que estaba a un costado, lo más seguro es que estaría en el piso. Dejé el recipiente que tenía en las manos sobre el mesón y sujeté mi cabeza sentándome en la silla.


Regresa a mí.


Sintiendo mi presión bajar al escuchar ese susurro en mi cabeza, casi me hace vomitar del desconcierto. ¿Será...? ¿El estar cerca de ese día me está causando alucinaciones?

¿Qué ocurría?

Es la primera vez que algo como esto me pasaba, solo las pesadillas es algo que tenía recurrente en mi. Quizás tantas mierdas ya estaban pasando factura en mi vida. Mi organismo está dándome alertas de que no todo está bien en mí. Creo que es momento de hacer control de daños antes de que sea tarde para remediarlo.

– ¿Estás bien, Charlie? –preguntó Colton apareciendo por el pasillo haciéndome sobresaltar. Asentí sin tener fuerza de contestar. Masajeó mi sien, cuando comenzó a palpitar. –Hey –Levante la mirada hacia el. Lo pude observar claramente preocupado por mi estado.

–No es nada. –murmuré levantándome de la silla.

Volví a agarrar el recipiente que estaba batiendo y la vertí en la wafflera. Saqué unas rodajas de pan y las puse a tostar. Trate de distraerme todo lo posible sintiendo la mirada de mi primo.

–Estás pálida.

–No es nada –volví a repetir sin mirarlo.

Indicando que se sentara con la mirada, comencé a servir en un plato un par de waffles con un poco de miel. Tostadas y un batido de fresa junto con un vaso de café para mi.

– ¿No vas a comer? –pregunto.

–No tengo mucho apetito. –musite bebiendo un poco de café de mi taza. –Quizás más tarde coma algo –añadí cuando quiso replicar. Aparte la taza, sentí mi estómago revuelto. –Me voy, nos vemos luego. –avise levantándome de la mesa.

–Es muy temprano. –frunció el ceño. Me encogí de hombros agarrando las llaves del auto. –Charlie, ¿A dónde vas? –preguntó caminando atrás mío.

–No tienes que preocuparte. Estoy bien.

–Eso es lo que dices. –pronunció. –Pero sabes desaparecer y no se saber de ti por algunos días. –no respondí nada, tenía razón. -Además, hace poco te sentías mal.

Tormenta Black #1 Cristal RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora