Cristal #3

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17 de noviembre, 2007

Elliot


-Quizás tenga que usar suéter si no quiero enfermarme. -murmure subiendo por las escaleras.

Mordi la barra de chocolate que conseguí de mi escondite secreto en la alacena de la cocina. Si mamá lo descubriera, sería capaz de botar todos mis dulces algo que no sería nada bonito.

Sonreí al ver una jarra de jugo de naranja sobre mi escritorio junto con un vaso. Mamá siempre está en todo, no se como lo hace. Casi creía que tenía superpoderes.

Abrí mi closet y saqué una sudadera verde. Está haciendo un poco de frío a pesar de que está encendida la calefacción. Observé los libros y los cuadernos sobre el escritorio, tenía que acabar con los deberes. En este momento agradecí tanto que no hubiera clases, también aprovechaba para ponerme al día en química y literatura.

He descuidado un poco esas materias por entrenar y querer acompañar a mi hermano en sus prácticas y peleas de boxeo.

Mientras le daba otra mordida a mi chocolate, salí de mi habitación para ir a la de Seth. Necesitaba uno de sus apuntes para guiarme un poco en lo que tenía que hacer. Encontré su puerta semiabierta, algo que me pareció raro. El es muy estricto y receloso con su privacidad, aun cuando se tratara de una simple habitación.

Iba a entrar, pero me detuve al escuchar la voz de mamá y de mi hermano. Bien, todo está más extraño que no puedo dejarlo pasar.

-Mamá, ella me enloquece. -pronuncia mi hermano con su típica sequedad al momento de expresarse, pero sentí algo diferente en ella que no pude descifrar que era. -Me gusta, realmente lo hace. -abrí mis ojos más de lo normal y mi boca se abrió ligeramente.

Decir que estoy atónito es poco. No esperaba escuchar algo como esto, nunca pensé en hacerlo y menos de parte de Seth. Observe hacia dentro de la habitación intentando no ser visto.

Marie, nuestra madre miraba a mi hermano con una sonrisa cálida mientras sujetaba sus manos.

-Oh, mi niño.

-Aunque creo que estoy enamorándome. -confesó levantando su mirada donde pude ver vulnerabilidad en sus ojos.

Seth está abriendo su corazón.

Desvié la mirada dándole privacidad y me recosté sobre la pared sentándome en el suelo. Ver a mi hermano así, se sentía de alguna manera bien.

-No tengas miedo al amor, mi niño. -acaricio su cabello. -Es un sentimiento demasiado hermoso para privarte de él.

- ¿Y si ella no me corresponde? -pregunto cambiando el tono de su voz.

Parecía frágil.

Guarde mi barra de chocolate en mis bolsillos y recogí las piernas hacia mi pecho. Nunca lo había escuchado ni visto de esta forma. En algún momento de mi vida llegué a pensar que Seth nunca abriría su corazón de esta forma. De una manera tan sincera y pura.

Siempre ha reprimido sus sentimientos y las pocas veces que no pudo hacerlo -solo dos veces- ha demostrado sus sentimientos hacia nuestra madre.

-No te preocupes, cariño. -mire de reojo sin poder contenerme. -Si es una mujer inteligente sabrá aceptar y valorar el amor que sientes por ella. -agarro su mano dándole un suave apretón. -No tengas miedo, ella te corresponderá. Estoy segura.

-Es lo que más deseo. -susurro dibujando una pequeña sonrisa en su rostro. -Porque desde el primer momento en que la conocí supe que sería la mujer de mi vida.

Tormenta Black #1 Cristal RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora