LIII

732 56 15
                                    

Charlotte

Escuchando un poco de ruido a mi alrededor, quise abrir los ojos para ver qué sucedía. Sintiendo mi cuerpo un poco extraño, luche unos diez minutos hasta finalmente abrir los párpados. Hice una mueca, los rayos de sol estaban sobre todo mi rostro ocasionando que soltará un pequeño quejido. Quise levantarme de la cama, pero algo me lo impedía. Observé que era lo que tenía retenido mi cuerpo y me lleve la sorpresa de que estaba conectada a muchos cables y monitores.

¿Que demonios?

Recordando un poco la noche anterior, si es que no habían pasado más días. Un fuerte dolor en el pecho me hizo derrumbarme ante todos casi sin aire. De rodillas ante todas las personas que me observaban, me desmayé antes de sentir que me moría. Suspiré, tenía que hacerle más caso a Colton y chequearme en otro lugar. Estaba comenzando a creer que de verdad estaba sufriendo del corazón, aunque los médicos dijeran lo contrario.

No era normal que sintiera eso y peor que pareciera que me esta dando un infarto.

Abrí los ojos abruptamente al caer en cuenta por el motivo que estaba aquí, en un hospital. Respire hondo, lo logré. Finalmente logré ganar la pelea y coronarme como ganadora del torneo de boxeo de la ciudad.

Gané.

Quería llorar, pero no llorar de tristeza. Luego de pasar por todas aquellas cosas que solo hacían doler mi corazón y mi alma, finalmente pude decir que logré encontrar mi camino que me llevo a la victoria. Todo parecía que era un sueño.

Un sueño que ya no parecía tan pesadilla.

Antes de que pudiera sentarme sobre la cama, escuché a lo lejos una voz muy familiar, una voz que me hacía sentir reconfortada. Intenté mover un poco mis piernas, pero sentí muy entumecido mi cuerpo. Quizás se debía por tantos golpes que había recibido hace pocas horas. Todo tenía una consecuencia después de todo.

La puerta de la habitación fue abierta y por ella entro una enfermera con un carrito lleno de medicina. Supongo que vino a cambiarme el suero que estaba a poco de acabarse. Su mirada se encontró con la mía provocando que se detuviera abruptamente. Quise reír, pero me contuve. Algo me decía que si lo hacía, lograría que se infartara y eso no sería bonito.

- ¡Despertaste! -exclamó sorprendida para luego correr hacia mi. Traté de decir algo, pero mi garganta se sentía demasiado seca. —Tranquila, no te desesperes. -agarro un poco de agua de la jarra que estaba en la pequeña cajonera que está situada al lado de mi cama.

Quise sujetar el vaso con mis propias manos, pero no podía. A duras penas, lograba mover poco a poco los dedos. Es como si mi cuerpo hubiera estado dormido bastante tiempo.

-Gracias. -susurre con la voz ronca más escuché de mi misma en mi vida. Con un control, logro que la cama este un poco inclinada para que mi cabecera estuviera un poco levantada.

Sus ojos se volvieron brillantes al escucharme hablar. No entendía su reacción. Sentí un poco de pánico, pero trate de calmarme. Esperaba que no hubiera estado inconsciente mucho tiempo y peor al borde de la muerte por la pelea que tuve. Quise preguntar cuánto tiempo es el que estoy aquí, pero la puerta se abrió suavemente.

Elliot.

Agradezco al fin ver un rostro conocido y más si era el de él. Abrí la boca ligeramente al ver un aspecto diferente del Elliot que conocia. ¿Que se supone que significaba esto? No entendía nada de lo que sucedía y al parecer no era la unica. El ramo de flores que traía consigo se cayó de sus manos pareciendo estupefacto.

-Oh, mierda. Charlotte. —su voz tembló. Tragó saliva y se acercó a mi. —Despertaste, finalmente lo hiciste Charlie. —sus manos sujetaron las mías cerrando los ojos. Elliot comenzó a llorar de una forma tan desconsoladora que me hacía sentir inquieta.

Tormenta Black #1 Cristal RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora