XLIV

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11 de febrero, 2016

Charlotte

Bostece, quizás debía dormir un poco. Me pase por la cocina tratando de encontrar a mi hermano, pero nada. Lo había buscado por todos los lados y no tenia rastros de el. Seguramente  salio con Azul, que recién estaba llegada de su campamento.

La había extrañado. 

Aunque aun seguía viviendo con mi primo, me pasaba mas tiempo en mi casa.  Ya podía tener una conversación normal con mis padres sin terminar peleando por todo lo que yo misma me causaba.  

Como era normal a esta hora, encontré a papá desayunando antes de irse a trabajar. Suponía que mamá estaba regando las plantas, uno de sus pasatiempos favoritos. 

- Buenos días padre -salude dándole un beso en la mejilla. Este me recibió con una sonrisa un poco sorprendida. No me esperaba a esta hora y más porque anoche vine a cenar.

-Siempre en un gusto verte hija mía. -se levanto de su asiento para servirme un poco de comida. Aunque era ya una mujer, el me consentía cada vez que podía. 

Sabia que su corazón se rompía cada vez que me veía destruirme. Cada vez que soltaba una lagrima era veneno para el.  Lo mataba poco a poco. 

-Gracias papá -me senté a su lado a desayunar. - ¿Sabes donde esta Drew? -pregunte al momento que mordía una tostada. Esto estaba delicioso.

-Salio con tu hermana para ver algunas academias de ballet -explico terminando su café. -Lamento no poder acompañarte más tiempo, pero tengo la hora justa para llegar a la empresa. -se disculpo. Sonreí negando con la cabeza.

-Esta bien, no importa -le reste importancia -Ademas tengo que ir a recoger algunas cosas del gimnasio. -añadí.

Recogiendo su maletín y sin antes darme un beso en la frente se despidió. Suspire una vez que me encontré sola en la  cocina. Me era casi imposible creer esto que estoy viviendo, aun estaba incrédula de cada momento que pasa. 

Hace solamente un año en un día como este yo quizás estaba alcoholizada o drogada en algun lugar de Londres. Y ahora simplemente estaba hablando como lo hacia antes de todo lo que había sucedido. Estaba volviendo a tener una conversación de padre e hija, algo que no había tenido hace mucho. 

 Ya sin nada que hacer aquí en la casa donde había crecido, me dirigí hacia la salida. Pase por el jardín donde estaba mi progenitora y me despedí de ella prometiendo volver mas seguido. En estos últimos días casi no usaba mi coche, solo caminaba. Ya no necesitaba sentir la adrenalina por cada poro de mi piel para sentirme viva.

Mientras caminaba salude algunos pocos conocidos que pasaban por mi paso. Gire en dirección hacia la estación de la policía, quería averiguar algo. Necesitaba saber que había sucedido con ellos.

Con todas las personas que me atacaron con el propósito de matarme.

Sintiendo el lugar demasiado familiar para mi gusto me encamine a una oficina en especifico. Como la mayoría de las personas me conocían aquí no hicieron problema cuando me metí por el pasillo que solo era de personal autorizado y toque dos veces una puerta. 

Josh Turner.

Luego de que me permitiera ingresar entre y me senté en una silla que estaba al frente de su escritorio esperando que terminara de leer los documentos que tenia en sus manos. Eche una mirada por su oficina, había remodelado y cambiado el color de las paredes. Todos eran colores cálidos, me gusto.

-Charlotte -alzo su mirada y se sorprendió a encontrarse conmigo.

Suponía que era por verme de esta manera, ya que las ultimas veces que nos habíamos encontrado estaba tan intoxicada o llena de sangre por las peleas que me metía que no se creía como estaba actualmente.

Tormenta Black #1 Cristal RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora