XXXVI

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7 de noviembre, 2015

Charlotte

Apreté mis labios tratando de no derrumbarme, pero me era imposible.

Hoy se cumplía dos años desde que lo había perdido. Dos años desde que mi vida se volvió un jodida mierda.

Tratando de contener un sollozo me vestí lentamente con el vestido negro que estaba en la cama. Era como volver a vivir ese día.

Mi corazón se volvía romper.

Sin tomarme la molestia de maquillarme un poco salí de mi habitación de la casa de mis padres. Estos últimos días me había comenzado a quedar aquí por lo exhausta que estaba del entrenamiento y no quería ser una carga para mi primo.

Al bajar a la puerta principal me encuentro con toda mi familia vestida de negro. Todos estaban listos para ir al cementerio. Mis ojos se humedecieron más si eso era posible.

Era como recrear el día en que le dije adiós.

—Elliot te espera afuera, Charlie —aviso mi hermano apareciendo con un traje oscuro. Asentí sin poder pronunciar alguna palabra.

Salí de la casa y veo el coche estacionado. Elliot al verme simplemente se acerca besando mi frente y abriéndome la puerta de su auto para que me suba a este. Trague saliva sintiendo un nudo en la garganta.

—Lamento no haber estado todo este tiempo junto a ti —lo mire por el rabillo del ojo como apretaba el volante. —Siento no haber estado sosteniendote mientras te derrumbabas.

—Duele demasiado —susurre liberando las lágrimas que tenia retenidas.

No, no queria continuar. Todo parecía tan igual como aquel día que siento que fue ayer que lo perdí.

—Lo se, cariño —su voz se quebró —A mi también me duele, me duele haber perdido a mi hermano.

Solloce sin poder contenerme. Aunque pase dos, cinco o mil años jamás dejaría de doler. No perdí a cualquier persona, perdí a una parte de mi vida.

Mi alma y corazón de nuevo lloran desgarradamente tratando de entender porque sucedió todo esto. Porque nos tocó vivir esto.

Sentí mis manos frías cuando pude observar a los lejos el cementerio. Aún parecía que esto era una pesadilla, que no era real. Quisiera creer que el nunca me dejó, que el sigue aquí con vida. Que el sigue a mi lado amandome como yo lo amaba a él.

Tape mi rostro con ambas manos, cuando ya no podía controlar mi llanto que se había vuelto tan desconsolador.

Como nuestra vida acabó de una forma tan doloroso.

Esto no tenía que suceder, pero sucedió.

No se en que momento habíamos llegado, simplemente vi una mano tendida hacia a mi para salir del auto que se había detenido. Era Dylan.

No era la única que había comenzado a quebrarse, en el momento en que lo miré pude ver sus ojos rojos. Había llorado.

A paso lento salí del coche y camine hacia donde todos estaban reunidos. Donde todos estaban esperándome, haciendo que mi dolor no sea tan fuerte. Antes de ir hacia allá, compré un ramo de gardenias. A primera vista pude ver a Marie junto con a Travis siendo abrazada por este. Los demás estaban rodeando la tumba de mi amado Seth.

—Mi niña no te derrumbes —susurro papá al momento en que se acerco darme un abrazo fuerte reconfortandome. No me había dado cuenta en que momento habían llegado. Toda mi familia se encontraba aquí.

Tormenta Black #1 Cristal RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora