9 de enero, 2015
Charlotte
Regrese la mirada hacia la pared. Una pared gris y simple, tan vacía como me sentía. Bebí un poco de café caliente sintiendo como la habitación la absorbía en un silencio ensordecedor.
Un aterrador silencio que podría anunciar una terrible tempestad en el momento menos indicado, menos esperado.
Cerré los ojos respirando profundo, recogí mis piernas hacia mi pecho rodeándolas con mis brazos. Todo se sentía tan mal como de costumbre, pero sin querer luchar contra ello, me rendí ante aquella sensación.
De repente escuche unos pasos acercándose que me sacaron de mis pensamientos. Hice una mueca, estaba segura que se trataba de mi madre. Aún no se da por vencida. Tendré que darle la cara en algún momento para que me deje tranquila. No quería pelear con ella, no tenia energías para hacerlo. Dejaría que todo suceda como de costumbre.
Suspire, me levante de la cama y deje sobre la mesita de noche la taza de café. Me quite la ropa sin ninguna prisa y me dirigí hacia el baño que se encontraba en la habitación. En algunos momentos agradecía tener un baño propio, de esa manera no tenia que salir mucho de aquí. Deje la ropa que acabe de sacarme en el cesto de ropa sucia y abrí la puerta de la ducha. Sin temporizar el agua de la regadera, me coloque debajo de la lluvia artificial sintiendo el frio recorrer mis huesos.
Tan fría como esperaba, deje que el agua me empapará por completo. Lave mi cabello y enjabone mi cuerpo de forma mecanizada. Con la mente en blanco, termine de ducharme sin emitir ningún sonido. Detuve aquella lluvia artificial, busque una toalla y me envolví en ella. No tenia planes de salir a ningún lado, por lo menos no hoy. Con unos pantalones de algodón y una blusa de tirantes regrese a la habitación. Una habitación cubierta de oscuridad.
Sin un reloj y con las ventanas cerradas por completo, no sabía si aún estaba el sol o ya se había ocultado. Aunque saber eso no haría alguna diferencia.
De la forma más cruel aprendí a hacerme a la idea que la luz nunca estaría de nuevo conmigo y que solo la oscuridad podía ser mi único refugio.
Respire profundo, me recosté sobre la cama cerrando los ojos buscando conciliar el sueño, pero fue imposible en el momento que alguien comenzó a tocar de forma insistente la puerta de mi habitación. Pensé en la posibilidad de ignorar a quien sea que estaba detrás de aquella puerta, pero al escucharlo hablar, me hizo cambiar de parecer.
–Charlie. —susurró una vocecita a través de la puerta. –Ábreme la puerta, por favor –pidió conociendo mis acciones. Suspiré.
Sin encender la luces, me levante de la cama y abrí la puerta, encontrándome con mi pequeña hermana, Azul.
Aquella pequeña niña que muchas noches se metió a mi habitación a escondidas buscando consolarme, secando las lágrimas que no parecían tener un final. Algunas veces me sorprendía pensar en como fue capaz de comprender todo lo que sucedía en ese horrible momento. A pesar de tener solo diez años trato de ser mi ancla para que no me siguiera hundiendo como si se tratara de arena movediza.
–Azul. —susurre revolviendo su cabello en un gesto cariñoso. – ¿Qué ha pasado, niña? –Pregunte mirándola atentamente. Ella no solía buscarme sin ninguna razón, algo tenia que haber sucedido.
–Papá y mamá están en la biblioteca. -me alerto preocupada. -Ellos parecen molestos.
Sonreí hacia mi hermana para no preocuparla. Quizás ya no había más tiempo, llego el día de darles la cara. Siendo sincera conmigo misma, no podía seguir huyendo o ocultándome para siempre.
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Tormenta Black #1 Cristal Roto
RomanceUn amor no siempre tiene que tener un final feliz, como los cuentos de hadas, pero tampoco uno triste y vacío. Uno desgarrador. Una sola decisión puede determinar el sendero de tu vida, ya sea bueno, malo o catastrófico. No servirá de nada todo e...