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Narra Dylan

Han pasado cuatro días.

De verdad he intentado besar a Thomas. En varias ocasiones me acerco a sus labios dispuesto a besarlos.. Pero me acabo echando atrás, hay algo dentro de mí que me lo impide, que me dice que no lo haga.

Es todo muy confuso. Echo de menos sus labios, su sabor, besar toda su piel, su tacto.

Pero cuando puedo hacerlo y estoy por empezar, una mini barrera invisible se pone entre nosotros y no me deja seguir. Y así han pasado cuatro días desde que le dije a Thomas que podíamos abrazarnos y hablarnos.

-Buenos días, Dyl- me sonríe Thomas.

-Buenos días, Thomas- le sonrío de vuelta. Tampoco me sale llamarlo Tommy.

Nos damos la mano y caminamos por el pasillo hasta el ascensor.

-¿Cómo lo aguantas, Thomas?- le pregunto algo desesperado por la situación después del previo silencio.

-¿El qué, Dyl?

-Esto. Que sea yo el que te busque, el que te da la mano, el que haya pedido días y aún así te vaya detrás. El mismo que quiere besarte a cada momento pero se para porque algo se lo impide, el que no te llama Tommy, ¿por qué estás aguantando todas mis gilipolleces? No debería sentirme decepcionado, lo de Will pasó hace mucho. Esto es una tontería.

Estoy frustrado. Quiero besar a mi novio, quiero acostarme con él y estar bien con él.

-Pues porque te quiero, porque por ti aguantaría eso y más. Pero sobretodo porque te entiendo...

Lo miro y de nuevo quiero besarlo, achuchar su hermosa cara mirando esos ojos chocolate que me pierden.

-Es normal que me vengas detrás, como dices tú, y que quieras besarme si dices que me quieres a pesar de todo. Pero también es normal que te pares y no llegues a nada si algo te lo impide. Eso es que no lo has superado, simplemente necesitas más días, más tiempo. Y pienso darte lo que necesites.

-Te necesito a ti, Tommy. A mi lado.

Veo como sonríe y se acerca a mí.

-Siempre voy a estar a tu lado, Dyl. Aunque no sigamos adelante con esto, aunque no nos volvamos a ver al acabar de grabar, tú siempre me tendrás. En teoría y en práctica soy tuyo.

Lo acerco por la cintura a mí y lo abrazo por la espalda.

-Ahora querría llevarte a la habitación.

Veo como se sonroja hasta los orejas.

-Vamos, Dyl- se ríe un poco- no seas tonto.

-No soy tonto, Thomas. Te quiero para mí, te necesito. Necesito tus besos, necesito tu piel y soy yo mismo el que te alejo. Me siento como si te utilizase y yo no quiero eso.

-Yo no siento que me utilices- apoya su cabeza en mi hombro echándola hacia atrás- así que olvídate de eso, O'Brien.

-¿Que te parece si se lo decimos hoy a Wes?- pregunto sonriéndole. Se da la vuelta y nos miramos de frente.

-¿Estás seguro?- me pregunta serio- dijiste que mejor se lo dijéramos cuando estuviéramos bien y no sabemos si vamos a volver estarlo.

-Thomas Brodie-Sangster, cómo vuelvas a decir que no sabemos si vamos a volver a estar juntos te... te... ¡mira no se qué te hago, pero te acordarás de ello!

Se va formando poco a poco una gran sonrisa en sus labios para después soltar una carcajada y me da un pico en los labios rápido.

-Lo siento, Dyl. Estabas siendo demasiado mono y tonto a la vez. No pude aguantarme.

Sonríe coqueto y yo me quedo sin palabras. Tengo un cosquilleo en mis labios. A pesar de lo corto y pequeño que fue, se sintió como el primer beso y como si hubiese tenido sus labios pegados a los míos por horas. Sonrío y soy incapaz de quitar la sonrisa por bastante tiempo. Pongo mis dedos en mis labios recorriéndolos despacio.

-¿Sabes, Thomas? Creo que si me besas te sigo.

Él, que se había dado la vuelta, ladea una pequeña sonrisa y se aparta de mí mirándome.

-¿Estás bromando, Dyl? Porque no me gusta eso. Yo también echo de menos tus labios.

-No bromeo, Tommy. Bésame anda. Por favor- me quedo callado esperando una respuesta- y no, no voy a decir tu frase. Me niego a sentir mi corazón romperse de nuevo con esa frase.

-Pues espérate a que la grabemos- se ríe y se acerca a mí- Dylan, dime que estás seguro, no quiero que me rechaces de nuevo. Puedo darte toda la vida si la quieres así para que lo asumas.

-No, no quiero esperar más. Esos labios son solo míos y llevo demasiado sin probarlos- le acaricio con el pulgar la boca agarrándole la cara con las dos manos- puede que una barrera me impida besarte pero si empiezas tú te sigo. O sea, yo no puedo tomar la iniciativa pero con las ganas que tengo de besarte no me voy a quedar quieto. ¿Tiene sentido?

-Ninguno- contesta sinceramente.

Me mira durante unos segundos para luego suspirar. Sé que se lo está pensando.

-Anda, tonto- le sonrío y pensando que iba a esperar más, me sorprendo al ver que no, que ya tengo sus labios con los míos.

Vuelve esa sensación y esas ganas de gritar. Noto como Thomas enreda sus manos en mi pelo moviendo un poco los labios. Lo abrazo de la cintura abriendo un poco mi boca y es cuando entra su lengua en mi boca. Junto mi lengua con la suya y sonrío.

Sonrío como un tonto mientras lo levanto del suelo y le doy una vuelta en el aire mientras nos besamos.

Solo Thomas me provoca esta alegría. Solo él.

Lo dejo en el suelo de nuevo y nos separamos sonriendo. Aunque yo llevo sonriendo desde la mitad del beso.

-No soy el único que ha sentido cosquillas en los labios, ¿verdad?- le pregunto acercándolo de nuevo a mí.

Solo niega con la cabeza mientras me sonríe divertido.

-Ven aquí- le pego a mí y cojo su nuca para darle un beso. Me deja entrar enseguida en su boca sonriendo.

Recorre mi espalda con sus manos por debajo de la camiseta poniéndome la piel de gallina. Profundizo su beso y lo echo para atrás doblando un poco su espalda. Al acabar se pone recto y se separa de mí.

Tiene los labios rojos y un poco hinchados. Sonrío de nuevo y llamo al ascensor.

-Ya decía yo que tardaba mucho en subir- suelta una carcajada Thomas y se pone la mano en los labios intentando ocultar su sonrisa.

-Para. Es la más bonita y apetecible que he visto- sonrío y le pego a la pared para volver a besarlo- te he echado de menos, Tommy. ¿Hoy tanda de besos?

-Las que quieras, Dyl. Siempre las que quieras. Yo también te he echado de menos- sonríe y acaricia mi pelo mientras me besa.

Nos besamos por unos segundos hasta que llega el ascensor. En el que nos metemos besándonos.

Le damos al 0 besándonos y llegamos abajo besándonos, hasta que al abrirse las puertas del ascensor nos separamos y nos arreglamos de nuevo saliendo de la mano y, obviamente, sonriendo.

¿POR QUÉ NO CREAMOS DYLMAS? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora