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Narra Thomas

-Oye, Dylan. No tenías por qué acompañarme- digo removiéndome en el asiento del copiloto con su nota de esta mañana en la mano. Nada más abrí la puerta, estaba ahí para dejarla.

Al decirle que iba a recoger a Ava en el aeropuerto en taxi dijo que vendría conmigo.

Y hay algo a lo que nadie gana a Dylan: a ser cabezota. Aunque a veces yo me acerco.

En menos de 5 minutos estábamos abajo en el vestíbulo del hotel llamando a un coche de alquiler.

-¡Claro que sí, Tommy! No iba a dejarte ni loco ir solo en un taxi a buscar a nadie- dice mirándome de reojo- además, ya que no voy a estar nada contigo hasta la noche tengo que aprovechar o te echaré mucho de menos todo el día.

-No hagas que me arrepienta de haberte dicho que sí a la cena. Me pillaste con las defensas bajas- resoplo.

-El plan de todo esto es que dejes de tener esas defensas conmigo, Thomas- sonríe mientras alterna su mirada en la carretera conmigo.

Me sonrojo sin poder evitarlo y bufo. Me digno a mirar para la ventana ignorándolo. Noto la tarjeta en mi mano, miro de reojo para Dylan y veo que está atento a la carretera. Con una pequeña sonrisa abro la tarjeta.

¡Buenos días, Tommy!
Me alegro que después del paseo de ayer por el set aceptases cenar hoy conmigo. Seguro que nos lo pasamos tan bien como antes y no te arrepientes. Llevo pensando esta cena desde aquel día que Julia organizó la suya para nosotros. Bueno, para ''todo el cast''. Que por cierto, me da mucha pena que se vaya mañana ya, ¡ay mi hermanita:(!. Creo que ya me he acostumbrado a escribirte estas tarjetitas pero cada día me hace más ilusión.
No sabes lo que daría por ver tu hermosa sonrisa cada mañana como antes. Cuándo volvamos puedo seguir escribiéndote estas tarjetas si quieres, por ti no dejaría de hacerlo nunca.

Te quiere

Dylan💜

La verdad es que yo también me he acostumbrado a esas malditas tarjetas. Son el motivo de mi primera sonrisa por la mañana. Hace cuatro días que Julia organizó toda la cena y la hoguera.

Me ha llegado una tarjeta cada día... Contándome que me quiere, viejas anécdotas y en algunas volviéndome a pedir perdón.

Me doy cuenta que llevo sonriendo cómo un estúpido desde que leí el ''Buenos días, Tommy''. Me obligo a mi mismo a mirar de nuevo por la ventana cerrando la tarjeta y a dejar de sonreír.

-Me alegro de que te gusten mis tarjetas- sonríe divertido Dylan mirando para la carretera.

De nuevo me siento enrojecer.

-¿No deberías estar mirando SIEMPRE para la carretera?

-Oh vamos, Thomas, ¿en serio crees que estando en el mismo coche no miro para ti de vez en cuando? Casi me siento mal por mirarte de reojo más que a la carretera, pero me consuelo sabiendo que no nos pasa nada- da una pequeña carcajada- sabes que amo verte sonreír. Y que te sonrojes cuando te avergüenza algo o cuando estás enfadado. Más cuando el motivo son los dos cosas.

Resoplo algo enfadado.

-Dyl... Recuérdame por qué permití que me conocieses tanto- ruedo los ojos y miro por la ventanilla.

Lo miro de nuevo y veo su enorme sonrisa. Sonrío automáticamente. ¿Ahora este por qué sonríe así?

-Porque me quieres, TOMMY- recalca el Tommy y yo después de unos largos segundos me doy cuenta que lo he llamado Dyl cuando no lo hacía desde hace semanas.

¿POR QUÉ NO CREAMOS DYLMAS? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora