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Narra Dylan

-¿Te puedes creer que llevamos un mes viviendo juntos?- dice Thomas sonriendo dentro del Jeep.

Lo miro sonriendo yo también mirándolo un momento.

-Se me ha hecho bastante corto. Solo hemos estado metidos entre las sábanas, jugando a la Wii y viendo pelis más series.

Lo miro y está sonrojado. Sonrío un poco más.

-¿Tienes que decirlo así? Sonamos como depravados follando todos los días.

-Somos novios, Tommy. Vivimos juntos. Es normal- sonrío mirando para él y le acaricio la rodilla- más teniendo en cuenta que eres tú.

-Sí- bufa- será culpa mía. Como si tú no estuvieras bueno ni nada. Ya te dije hace semanas que eras un pecado. No puedes tener esos labios y pedirme que no pierda el control.

-Aquí quién más provoca eres tú. A mí la falda no me queda tan bien como a ti. Ni nada que me ponga. Tienes los ojos chocolate más brillantes que he visto nunca, tu pelo es súper suave y sedoso, tienes una cinturita que da hambre, unos brazitos que... Si por mí fuera no te dejaría salir de la cama, Thomas- sonrío notando que me mira- y nada que decir de tu personalidad. Eres bueno y amable con todos, siempre le sonríes a cualquiera, tienes un corazón que no te cabe en el pecho. Lo demostraste con Britt pensando que estaríamos mejor sin ti, cuando yo sin ti ya no puedo seguir igual. Te apartaste pensando que solo te dolería a ti y asumiendo ese dolor. Piensas siempre antes en los demás que en ti y por eso estoy tan, tan enamorado de ti. Por eso daría mi vida por estar contigo, por lo hermoso que eres. Tanto por dentro como por fuera y lo bien que me haces a mí en todos los sentidos.

Miro un momento para Thomas y lo veo mirándome sonriendo con los ojos aguados. A lo mejor me he dejado llevar un poco por lo que pienso. Vuelvo a mirar para la carretera, pero agarrádole una mano.

-Mierda, Dylan. Si no fuera porque hoy vienen Patrick, Lisa y Julia te mandaría pasarte al asiento de atrás y después de comerte a besos te obligaría a ir a casa para no salir nunca de nuestra cama.

Besa mi mano y miro de reojo que se está secando los ojos.

-Amo que la llames casa y nuestra cama con a penas un mes viviendo juntos- le digo metiéndome en el aparcamiento del supermercado.

-Lo era mi habitación cuando te viniste en Cape Town, estaba claro que también iba a serlo tú casa. Nada más mudarme la iba a considerar la mía también. Es un don que tienes con los sitios en los que dormimos juntos.

Me sonríe y lo suelto para acabar de aparcar. Nada más bajar del coche, lo pego al maletero suspirando mientras lo beso.

-Te amo demasiado, de verdad, Tommy. Más de lo que nunca pensé que amaría a alguien- susurro en sus labios después del beso.

-Yo sí que te amo- respira entrecortadamente y al separarme de él para coger el carrito de al lado, lo veo apoyarse en el coche sonriendo.

Se pone a mi altura y sin que se lo espere lo cojo de la mano. Me mira sorprendido y después de afianzar el agarre, le sonrío mirándolo a los ojos.

-Todos saben que estamos juntos. Y quién no lo sepa que busque el directo. Es oficial, Tommy. No tenemos porque no ir de la mano. Podemos ir como nos plazca.

-Costumbre, lo siento- me sonríe para darme un pico en los labios y tirar de mí y del carrito para dentro.

Llevamos ya un rato buscando unos gusanitos que le encantan a Julia hasta que veo a Thomas aburrido. Sonrío, a veces soy cruel. Agarro su cintura y lo pongo en mis hombros para después colocarlo en la silla de bebés que tiene el carrito.

¿POR QUÉ NO CREAMOS DYLMAS? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora