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-Bueno, querido esposo. Hemos llegado- me dice Dylan sonriendo en la supuesta puerta de nuestra habitación.

-No me puedo creer que me hayas puesto tapones y una venda desde que estábamos en el taxi para ir al aeropuerto. Tampoco que me hayas hecho la maleta para que no viese si quiera el tipo de ropa me metías, pero por el abrigo y las horas dedo vuelo deduzco que estamos en Europa y aquí es invierno.

-Muy bien, Tommy. Mis besos no te han servido mucho de distracción.

-Oh sí, lo suficiente para no dejarme pensar países de Europa- sonrío sabiendo que se está mordiendo el labio.

Me coge en brazos y sonrío.

-Si no me metías así en la habitación no eres feliz- me río dejándome hacer. Desde el primer día en que empezamos a organizar todo dijo que entraríamos a la habitación cargándome como una novia. Y como le dije a Bella hace más de un año... no soy capaz de negarle nada a Dylan.

-Te lo llevo diciendo seis meses, estaba claro que el propio día no iba a desistir- acerco mi cabeza a la suya intuitivamente y Dylan acerca la suya para ayudarme. Junto mis labios desesperado por los suyos- mmm... vale, tranquilo. Veo que no bromeabas en el altar- susurra para después reírse, me tira a la cama y cierra la puerta con la llave.

-No, cállate y ven aquí. Quiero mi noche de bodas, en serio- protesto al notar que no viene a la cama.

Cama que por cierto, es enorme.

-Antes, ven- acerca su mano a la mía y me levanto dejando que me guíe. Al entrar en el ascensor me había quitado los tapones para la maldita venda sigue en mis ojos.

Noto como me lleva por toda la habitación hasta que llegamos a una puerta, Dylan la abre y entra un frío repentino, debemos de tener terraza. Me coloca en la barandilla y después de darme un pequeño beso en la mejilla sonriendo se pone detrás para desatarme la venda.

Abro la boca sorprendido viendo todo el paisaje. ¡HEMOS VENIDO A AMSTERDAM!

-¿Te gusta? Estaremos una semana. Pensé un una luna de miel en alguna isla calurosa, pero para lo que íbamos a hacer más nos valdría el frío y así tendríamos más motivos para calentarnos- lo noto sonreír sin dejar de mirar para todos los edificios con luces, el canal...- y si queremos salir de la habitación podemos ir a ver la casa de Ana Frank, hay muchos museos, podemos ir al Barrio Rojo. Estuve investigando y en 2001 este fue el primer país que casó a una pareja de dos chico y me pareció buena idea o no sé...

Calla su verborrea dándome la vuelta para besarlo. Muerdo su labios con ganas arrancándole un gemido.

-¿Te llega mi respuesta?- pregunto sin dejarle mucho espacio para volver a besarlo. Pero él se ríe asintiendo mientras sigue besándome. Lo empujo hacia dentro de la habitación empujando la venda con el pie. A duras penas entramos cerrando la terraza y corriendo las cortinas- más te vale haber traído todo lo que necesitamos o juro que te mataré y me quedaré viudo sin cumplir un solo día de casados.

-¿Se te ocurre dudarlo, Tommy?- pregunta sonriendo- y siempre tenemos el Barrio Rojo, alguna tienda hay seguro.

-Te amo- digo seguro sonriendo.

-Yo también te amo- me sonríe de vuelta y como si no pudiese evitarlo sus manos vuelven a mi cadera- peeero ahora creo que solo quiero estar en esa cama.

-Me parece muy bien, que te parece...- pienso divertido- ¿si utilizamos la venda?

-Para empezar... bueno vale- sonríe para recogerla del suelo y dejarla en su mesilla.

-No me puedo que estemos casados y que estemos en nuestra luna de miel- digo entre jadeos mientras besa mi cuello.

-Yo tampoco- dice con voz queda. Me quita la camiseta para besarme, tiro de su pantalón hacia mí desabrochándoselo y moviéndonos hacia atrás para caer en la cama.

¿POR QUÉ NO CREAMOS DYLMAS? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora