Bella
Él se acercó a mí con los brazos abiertos y a un paso realmente lento sonrió mirándome fijamente a los ojos, era mi mirada, la mirada en su expresión que llevaba mi nombre escrita. Recuerdo que ese acto hace unos días controlaba mi ser, era vulnerable y podía manipularme de cualquier forma con ella. Hacía que mi mundo se parase, pero ahora no. Sin entender por qué miré dónde sus ojos acababan de clavarse, en el espejo que había detrás de mí. Al principio me asusté levemente, no parecía ser yo, lo era, pero estaba... distinta. Mis ojos tornaban un color vino en mi mirada fría que le quitaba total calidez al tono de los mismos. Me dio un escalofrío al recaer en que la temperatura de mi cuerpo ya no era de treinta cinco grados medios como solía serlo. Otra cosa de la que me percaté, era de que un vacío interior me reconcomía por dentro cuando no escuchaba mi corazón bombear sangre a todas las partes de mi cuerpo. Yo me había convertido en esto que hasta el momento no me estaba siendo del todo agradable para pasar una eternidad con él, la razón de mi existencia, pero ahora me doy cuenta de que era la razón de mi existencia humana. Mi corazón no era cálido tampoco, no localizaba ningún sentimiento más que el de una pequeña culpa.
Me planteé la posibilidad de que aquello cambiase con el paso del tiempo y de los acontecimientos, pero aunque durante meses lo intenté, no resultó. Sabía que Edward me dejaría ir si yo se lo pidiera, aunque también sabía que destrozaría su corazón hasta quedar inhabilitado para nadie, ni tan si quiera para él. Así que lo hice del modo más rápido, fue brusco pero mi culpa no podría soportar súplicas o acabaría quedándome aquí encerrada para siempre. Le fui sincera, le dije que mi nueva yo había dejado de quererlo desde el primer momento en el que le miré a los ojos después de transformarme y las mariposas habían fallecido junto a mi alma, ya que no revoloteaban en mi estómago de manera agresiva haciéndome saber que aquello no era un sueño si no una realidad.
-Lo siento, Edward.-susurré al acabar de explicarle todo. Apreté los ojos sin ganas de verlo, me resultaba imposible ya que él sí me quería, y con todo su corazón, alma y ser.
Sus rodillas clavaron el suelo dejando caer su peso sobre ambas, me hizo creer que mi helado corazón se partiría en pedazos al ver aquella escena, pero no, quedaba totalmente intacto. Esperé a que, por lo menos, una punzada de dolor, del tipo de dolor que yo quería sentir me atravesara, del tipo de dolor que él estaba sientiendo, pero por más que esperé no ocurría.
-Puede que algún día consiga aprender a sentir ese amor profundo que te juro que he sentido por ti, te promero que lo he intentado y no lo he conseguido, pero entonces haré lo que sea, de la manera que sea, te buscaré en cualquier lugar para volver a amarte como antes. Si realmente me quieres no harás nada que impida que algún día volvamos a amarnos con tanta pasión y con tanto corazón como lo hemos hecho.
Me fui lo más rápido que pude de allí, no me podía permitir verlo así por mucho tiempo más. Me daba una y otra vez la sensación de que la punzada atravesaría mi corazón matándome lenta y dolorosamente. Pero no lo hacía, aquello no pasaba. Y eso me destrozaba aún más. En mi otra vida no habría sido capaz de ver aquello, se me habría desgarrado el corazón de una forma descomunal e inhumana.
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Miráme a los ojos. (Twilight)
Vampire-Bella era una simple humana, Ally. Insignificante como todas, pero se diferenciaba en una cosa, su magnífico y exquisito olor. La primera vez que la vi creí ver mi fin tras descubrir ante los humanos el secreto de los vampiros cuando en mi cabeza n...