Aunque me cueste la vida.

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Narra Edward

Jasper estaba prácticamente subiéndose por las paredes. Era ya bastante tarde y Ally no había aparecido ni avisado. Probablemente le hubiera pasado algo o probablemente haya matado a Jacob si ha decidido ser una inmadura.
Las dos opciones son tragedias, así que estaba seguro de que algo malo había ocurrido.

-Edward, siento mi comportamiento desde que está mi hermana. Tú sabes que siempre serás mi hermano. Pero necesito tu ayuda. Tú puedes leer su mente, ayudame a encontrarla.

-No hace falta ni que me lo pidas.-respondí algo seco, sus palabras furron interesadas pero ese mínima disculpa se aceptaba. De todas formas lo haría por ella, no por él.

La buscamos en Seattle ya que escuché que se iban al cine. Buscamos en calles y callejones. Preguntamos a la escasa gente que había por la zona a esas horas. Estaba amaneciendo y aún no la habíamos encontrado.

-Ya me he cansado. Voy a la casa de Jacob.-dijo Jasper alterado.

-Jasper, cualquier lobo que te huela entrar en sus tierras irá a por ti y los demás detrás. Podrían matarte.-dijo Carlisle, siendo coherente siempre.

-¿Y si han matado a mi hermana?-dijo con más rabia aún de la acumulada.-¿Podré matarlos yo a todos?

-Esa no es la solución.-Añadió Esme.

-Creeme, sea o no sea una solución, si no la encontramos con vida, yo mismo tengo pensado matar a Jacob lenta y dolorosamente.-dije imaginando esa escena.

-Edward...-avisó Carlisle intentando alejarme de los que se imaginaba que serían mis ideas.-No.

-Oh sí. Ya lo creo que sí.-dijo Rosalie.

Emmett la apoyó con una mirada de complicidad. La pequeña de la casa se había ganado nuestros corazones demasiado rápido.

-Iré a por ella, aunque me cueste la vida.-dijo Jasper cogiendo su chaqueta de cuero. A la vez que sentenciando aquella corta pero clara conversación.

Se la puso mientras bajaba las escaleras. Yo decidí por mi propio pie que iría con él, necesitaba ver a Ally bien. Y sobre todo quería verla feliz.
Que todas las tragedias que yo había imaginado fueran simple fruto de mi imaginación y de nuestra manera de exagerar. Y si no era ya demasiado pedir, que estuviera mejor que nunca.

Rosalie, Alice y Emmett iban detrás mío. Carlisle y Esme no nos apoyaban ya que confiaban más en los lobos y sabían que no le harían nada malo. Yo no estaba tan seguro.

En un abrir y cerrar de ojos visualizamos la pequeña y humilde casa roja centrada al rededor del bosque de la reserva. De su lado. Estábamos violando el tratado, claro estaba. Pero a ninguno nos importaba.

Miráme a los ojos. (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora