Ally
Llegué al Volvo gris situado a la izquierda del BMW rojo. Esperé a Edward con paciencia y él no tardó en llegar. Ambos subimos en total silencio hasta que lo rompió. No me apetecía hablar con él aunque si eso mejorase la patética relación que teníamos no me iba a negar.
-¿Qué tal con tu nueva amiga?-preguntó sin despegar los ojos de la carretera.
-Muy bien, es muy simpática, además hemos quedado para hacer los deberes de biología esta tarde.
-¿Irás?
-Por supuesto, ¿por qué no? Para una vez que hago amigas.
-Pues ten cuidado.
-No necesito tener cuidado.
Edward me miró.-¿Cómo puedes estar tan segura de que no harás nada que no debas?
-No es algo que me tiente. Sé que lo tengo prohibido y cien años son suficientes para estar más que concienciada. Yo controlo mi sed y el ardor de mi garganta y ellos no pueden conmigo. No es algo de lo que dude como mi don.
-Tienes que enseñarme a hacer eso. Es... Como un segundo don. Es increíble.-dijo maravillado.
-No puedo, es tu propia voluntad. Si aún no has hecho nada que te motive como para no volver a hacerlo, ni tentarte con una estúpida escena imaginada del homicidio de alguien, como el otro día con la pelirroja esa, jamás lo controlaras. Y no puedes decir que sí lo has hecho-dije refiriéndome a la conversión de Bella.- Si tanto odiaras ese acto a estas alturas no debería afectarte ni si quiera el ver sangre, ya sea poca, mucha o cantidades masivas.-Me miró. De una forma extraña y nueva. No me incomodó ni me asustó. -¿Qué ocurre?-le pregunté.
-Eres muy extraña, hablas como una persona muy madura y de ideas claras, sin embargo, te comportas como todo lo contrario. Como una niñata de dieciséis años que se enfada con el mundo cada vez que no consigue lo que quiere.
-¿Más o menos como tú?-Pareció que me estaba poniendo a la defensiva, pero para nada, era la realidad.
Su risa retumbó de nuevo en las cuatro paredes del coche.-¿Eso crees?
-Mira, no es por creerme superior a nadie, pero en cierta parte, sí, es lo que pienso. Si tú hubieras querido realmente que las cosas fueran de otra forma la habrías buscado, como hice yo con Isac a pesar de saber que había sido asesinado, o al igual que mi gran castigo y pesar de una eterna vida sabiendo que maté a mis padres. Creo que lo importante no es hundirse en llanto, ni en un pozo sin fondo, es saber lo que toca y asumirlo. Tú nunca podrás culparte por lo que has hecho, porque lo has hecho por amor, y el amor mueve montañas, pero siempre podrás culparte por lo que no has hecho, insistir, entenderla, amarla sin recibir el mismo trato, ella dejó de amarte pero apostaría cualquier cosa a que nunca dejó de pensarte y de sentirse igual de culpable por dejarte. Otra cosa no, pero no buscarla es tú culpa y de nadie más. Y supongo que tal vez me comporte así porque no quiero aceptar la madurez, es un paso muy grande y que la vida te obliga a dar aunque no quieras pero siempre puedes compórtate de la forma que más te llene. Ojalá hubiera caído en el mundo de nunca jamás con Peter Pan en vez de convertirme en esto, obligada a tanta tortura. Edward, cada uno vive sus consecuencias como puede afrontarlas, no de otra forma, a tu propia manera. Y es lo que hay.
Llegamos a casa. Mi discurso dejó a Edward mudo y no dijo nada en lo poco que quedaba de camino. Alice y Rosalie me dijeron que me cambiara que nos íbamos de compras. Únicamente me cambié las mallas por vaqueros. Íbamos a pasar una "tarde de chicas" en Seattle, comprando. Aquella tarde acabé convirtiéndome en el maniquí personal de Alice y Rosalie. Aunque me agradó bastante despejarme de todo por unas horas.
Cuando volvimos a casa era temprano. Esme se sorprendió, habíamos comprado muchísima ropa, y a Emmett y Jasper les parecía normal. A mí no. Edward se rió cuando me vio con todas las bolsas, cosa que me pareció bastante lógica puesto que no me encontraba entre tantas.
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Miráme a los ojos. (Twilight)
Vampire-Bella era una simple humana, Ally. Insignificante como todas, pero se diferenciaba en una cosa, su magnífico y exquisito olor. La primera vez que la vi creí ver mi fin tras descubrir ante los humanos el secreto de los vampiros cuando en mi cabeza n...