Era yo.

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Ally

Una vez acabada la charla sobre lo que debía o no debía hacer, y la pequeña conversación que tuve con Edward me fui con el propósito de relajarme y alejarme de todos ellos. No por estar incómoda o mal, si no porque quería un poco de espacio, soledad y silencio. Caminé como lo hice por la tarde para llegar a casa de Lisa, solo que esta vez sin un rumbo fijo, pensando un poco en todo. En los límites, en el tratado, en Edward...

Al menos ya sabía con certeza que los lobos no me atacarían porque sabía por donde no podía ir, así que evité zonas que sabía seguro que no debía y otras que no estaba segura. Caminé y caminé hasta que una voz interpuso mi paseo nocturno.

-Hola.-Aquella voz era algo grabe pero aún así dulce. Cuando me giré vi que, apoyado en un árbol, un chico moreno, tanto de pelo como de piel, alto y atractivo con un tatuaje algo extraño en el hombro, me saludaba sonriente con apariencia simpática. Llevaba el torso descubierto y su única ropa eran unos pantalones color tierra.

-Hola.-contesté confusa. Él se acercó.

-Soy Jacob Black.-dijo ofreciéndome su mano.

-Encantada. Soy Alison Cullen. Pero dime Ally.-dije aceptándole el saludo.

-Está bien. Ally. Me gusta tu nombre.-Él chico sonrió nuevamente.

-Gracias.-dije aún confusa.

-Bueno, siento el encontronazo de esta tarde.-admitió con la cabeza agachada.

-¿Qué? ¿De qué hablas?

-Eh... soy uno de los lobos que te han atacado esta tarde.

-¿No has venido... a por mí, no?

-No,-río-tranquila, vengo a pedirte disculpas. Es cierto que ha sido un error por tu parte, o más bien por la de ellos por no avisarte, pero ya me llevo suficiente mal con todos los Cullen como para tener una nueva enemiga.

Sonreí. -Siempre y cuando no intentes matarme como lo a hecho hoy ese lobo, disculpas aceptadas.

-Si te refieres al marrón, ese lobo era yo.-dijo sonriendo.

-Está bien saberlo.

-Y bueno, ¿cómo es que te han adoptado?

-En realidad... Bueno supongo que a ti te puedo contar lo que sea puesto que no te vas a asustar.

El rió.-Sí, tranquila, ya le he visto los colmillos al vampiro que llevas dentro.

La verdad me estaba pareciendo simpático.

-Bueno, resulta que yo soy hermana biológica de Jasper. Y hace poco nos encontramos en Seattle cazando.

-Y obviamente, te pidió que te vinieras a vivir con ellos.

-Sí.

-Vaya pues... me alegro mucho entonces. Y... ¿Qué tal te cae Edward? Es que esta mañana os he visto muy... No sé. ¿Estáis saliendo o algo? A ese chico no le han ido muy bien las relaciones.

Solté una pequeña carcajada que no pude contener. Me hizo gracia la preocupación de Jacob por Edward.

-No, que yo sepa.

-Pues esta mañana no parecía lo mismo.-dijo rascándose la nuca.

-Ya... En realidad yo tampoco sé que ha pasado esta mañana.

-La verdad es que ha sido todo muy raro, cómo ese don tuyo, ¿en qué consiste?

-Es básicamente como telequinesia, pues manipular objetos y cuerpos con la mente. Por eso os he podido congelar, pero la verdad es que me ha costado muchísimo. Es difícil de usar.

-Ese tiene pinta de ser mejor que los dones de los otros.

-Eso dicen... Oye y, ¿tú no vas al instituto? No te he visto por allí.

-Eh, no, en nuestra tribu tenemos... Otro instituto.

-Ah, bueno, habría estado bien tener un nuevo amigo allí, al parecer les caigo mal a casi todos.

-Tendrás que acostumbrarte a ser una Cullen.

-Ya... Estoy viendo que serlo no es fácil. Únicamente tengo una amiga.

-Bueno ya es algo. Aunque, si quieres, podemos ser amigos y... Conmigo no tendrás que aguantar tu sed ni controlar tu don.

Sonreí.-Me parece muy buena idea. Por cierto, ¿cuántos años tienes?

-Dieciocho, aunque casi como tú, estoy congelado desde los dieciséis.

-Ah, pues yo también tengo dieciocho. Sólo que en lugar de dos años tengo ciento setenta y dos.

-¡Jacob!- se escuchó en el bosque.

Ambos nos giramos y vimos a un chico con su mismo tatuaje, ambos físicos prácticamente iguales, el pelo, el tono de piel. Eran iguales de cuello abajo, y casi con los mismos rasgos. Supuse que sería otro lobo.

-Ya voy, ya voy.-Dijo con desgana.

-¿Él es...?

-Sí, es el negro. Se llama Sam. Es el alfa.

-Ah bueno, no todos los días se conocen animales que intentan matarte.-dije sonriendo.

Él rió.-Oye, pues ya que no vamos al mismo instituto ni nada... no sé, ¿te apetece quedar mañana.

-¿Cuando? ¿Por la mañana?

-Sí.

-¿Saltarnos el instituto?

-Vamos, no será ninguna tragedia si faltas un día.

-Está bien. Pero ven a por mí antes de que Edward se de cuenta de que no estoy en la puerta del acompañante esperando a que abra el coche para irme con él al instituto. Sobre las siete y veinte, en punto, muy muy puntual.

-Está bien.-Me sonrió.-Hasta mañana.

-Adiós Jacob.-Me sentí una niña de quince años en aquel momento. Como quien cree que le ha llegado el amor de su vida a tocarle la puerta. Aunque sin creerlo. Pero me quedé embobada mirando por donde había hachado a correr y a los pocos minutos continué mi camino. Recordando que antes de salir de casa había quedado con Edward, y probablemente estaría en el árbol de esta tarde.

Miráme a los ojos. (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora