10.

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El único problema luego de que Lena se despidiera fue que no volvió. Al no verla en los pasillos imaginé que estaría ya en clases o había salido antes, no sabía ni siquiera qué era lo que estudiaba, mucho menos sus materias por lo que en ese momento no le hice mucho caso. Después de todo solo habíamos pasado un rato juntas, nada para exagerar.

Pero comencé a preocuparme cuando tarde en la noche su cuarto estaba a oscuras y nadie dentro. Aunque no quería levantar muchas sospechas con Maggie y sus tantas preguntas hice el intento de sonar de lo más desinteresada.

—Parece que Lena no ha venido esta noche —dije apoyándome en el marco de la cocina. Maggie estaba con una camiseta y shorts de dormir, casi me recordaba a mi hermana en sus noches de estudio. Incluso la misma expresión de confusión cuando no terminaba de entender algo la tenía Maggie.

Mi amiga me pasó una taza de café y se estiró en la silla para ver la habitación de Lena, igual de vacia que antes.

—Si tuviera la cantidad de dinero que Lena tiene tampoco me molestaría demasiado en venir aquí a dormir —tomó su lápiz para seguir escribiendo pero se detuvo, aparentemente algo se le había ocurrido dada la expresión de su rostro—. Estaría en un club con mujeres hermosas a mi alrededor.
Reí por su mirada soñadora exagerada y Maggie sonrió antes de volver a su tarea.

Me dormí pese a que me sentía bastante enérgica, el sol había reabastecido mis fuerzas y me encontraba perfectamente pero no quería permanecer despierta. A veces la mejor solución a todo era cerrar los ojos y demorar el caos hasta el día siguiente.

Pero el caos volvió aún peor cuando el sol volvió a salir y las clases se convirtieron en un infierno andante. Mackenzie y su grupo de descerebradas, como le gustaba llamarlas Maggie, hicieron la mitad de mi mañana un desastre. Literalmente.

—Mi madre es una renombrada nutricionista y sé, con solo ver esa cosa a la que le llamas comida, lo horrible que quedará en tu figura —dijo Mackenzie mientras comía en uno de los recesos. Yo permanecí impasible, esperando a que se fuera y comiendo con toda la calma que fui capaz de tener.

—No te está escuchando, Mack —susurró esta vez su chillona amiga, su voz era molesta en exceso.

—Estoy hablándote, imbécil.

Y apenas las palabras abandonaron su boca, con un manotazo mi sándwich y todo su aderezo acabaron en mi camiseta. Fue grande la fuerza de voluntad que necesité para no darle un puñetazo en toda la cara.

—Estás en la maldita universidad, Mackenzie, para juegos de niños vuelve mejor a la secundaria. 

Ella solo sonrió como si hacerme enojar fuera la mejor gracia de todas. Me fui de la cafetería en el instante en que la campana sonaba y debía entrar a clases. Fantástico, iba a llegar tarde por su culpa.

Mi clases eran aburridas, mi humor estaba por el suelo y mi curiosidad por saber dónde estaba Lena despertó al volver cansada por la tarde y no verla en la habitación. Era como un fantasma, si no la hubiera visto hace apenas un día pensaría que realmente lo era. Se evaporaba y no conocía una manera de contactarla.

Viendo por tercera vez en dirección a su cuarto me puse un alto. Era una tontería. La conocía hace casi nada y la palabra seguía siendo corta para explicar nuestra relación confusa de... ¿amistad? Dudaba de que Lena me dejara ser su amiga en un futuro cercano. Toda esta preocupación no servía de nada más que hacerme sentir patética. Además, ¿por qué me iba a importar? Lena tenía sus misterios, sus problemas desconocidos, su personalidad extraña y... todas esas cosas la convertían en algo que no podía descifrar. Como la vez donde me dijo que me alejara pero de alguna manera me encontré con ella al otro día y las cosas casi parecían normales. Como dos personas que tan solo hablan de temas sin sentido pero que se sienten cómodas con ello.

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora