26.

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Lena se reclinó en la silla y me contempló por un largo instante. Me pregunté lo que estaría pasando por su mente, qué era lo qué ocultaba para verse tan reacia a decírmelo, pese a que al mismo tiempo no quería que se viera obligada a contarmelo, incomodarla de alguna manera y hacerla sentir peor.
Pero Lena cortó el contacto visual cuando la puerta de la habitación se abrió y me sobresalté. Mi madre siempre tan oportuna.

—Hola, chicas, Lena —dijo dirigiéndose a ella, ésta levantó la mirada hacia Eliza quien llevaba un pequeño plato con un sándwich y en la mano un vaso de jugo. —Creí que podrías comer algo.
—Señora, Danvers —tomó la comida y el jugo torpemente. Supuse que cosas así no le pasaban seguido y me sentí ligeramente angustiada con la idea de que Lena no tuviera gestos maternales como esos o algo por el estilo. —No tenía que haberse molestado, en serio no...
—Come, cariño, te hará bien.

Sonrió como solo mi madre podía y me echó un rápido vistazo, me pareció ver la sombra de una advertencia pero no pude entender con respecto a qué era. Puso una mano en su hombro y se fue antes de que pudiera notar la expresión tensa que había en el rostro de Lena. Casi olvidaba lo poco que le gustaba que la tocaran.

La puerta se cerró y Lena puso el plato y el vaso en la mesa de noche.

—Debes comer, sospecho que no has probado bocado desde que te quedaste aquí.
—No tengo hambre pero prometo que después lo haré —me senté mejor en la cama y Lena se frotó los ojos, se pasó una mano por el cabello y respiró hondo. —No me apetece estar comiendo cuando estoy a punto de contarte algo importante.
—No me debes explicaciones a mí, lo sabes, ¿no?
—Lo sé. Pero creo que ahora se trata de algo más complicado que eso. Quiero hacerlo, sacarlo de aquí —apoyó ligeramente la mano en su pecho y al segundo la bajó. —Sé en lo que podría resultar pero a estas alturas no me importa. Solo espero que sigamos siendo tú y yo.
—Dispara, Lena.

Aunque el corazón me latiera fuera del pecho y la ansiedad por saber la verdad superara todo lo demás, me mostraba calmada. Lena no necesitaba que mis nervios estuvieran a flor de piel, ella necesitaba calma y ver tranquilidad. No la iba a apresurar, no iba a desesperarme. Aún no al menos. Asintió otra vez y se aclaró la garganta.

—Cuando tenía trece años mi madre murió —vaya manera de intentar mantenerme normal con semejante información de una sola vez. —Fue un accidente aéreo, dijeron que el avión cayó en algún lugar del Mar Mediterráneo y que no hubieron sobrevivientes. Aún y con todo el dinero que teníamos nadie pudo encontrar su cuerpo y hacerle un funeral digno. Tuve que madurar muy rápido para entender que mi madre no volvería jamás y que nada sería lo mismo. Me volví muy solitaria en ese tiempo, lo único que tenía conmigo eran los libros de mi madre. Lex se había mudado y me había pedido que me fuera a vivir con él, que tuviéramos nuestro propio duelo lejos de mi padre. Lex odiaba a Lionel, tanto que sospechaba que él había sido el responsable de la muerte de nuestra madre. Aún y con todo eso yo no me pude ir. Me quedé en la mansión con él y me arrepiento cada día por eso. Si soy sincera más de una vez me pregunté qué habría pasado si me iba con Lex, ¿sería ahora cómo él? Quizás. Pero estoy segura de que sería alguien totalmente diferente.

Se detuvo un par de segundos y rascó la base de su nuca. No sabía qué decirle así que solo esperé a que siguiera hablando.

—Luego de la muerte de mi madre y la partida de Lex todo lentamente se fue al caño. Al principio mi relación con Lionel seguía siendo la misma, o sea nada, nunca hablábamos demasiado realmente. No estoy orgullosa de decir que la única comunicación entre nosotros eran las tarjetas de crédito que él llenaba de dólares pero bueno, así fui educada desde que tengo uso de memoria. Un año más tarde todo seguía igual, a diferencia de que había entrado en una depresión de la que no podía salir y había alejado a todo el mundo. Creo que mi padre siempre supo que me tenía en sus manos pero no entendió hasta hace meses más tarde el poder que podía ejercer sobre mí. No te diré la razón, no hoy, pero Lionel explotó hasta el máximo mi punto más débil para conseguir lo que quería.

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora