86. Después de todos estos años.

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—No sabía que podías conducir —dijo Lena al cabo de un minuto ya dentro de su auto—, me refiero a esa noche. Dijiste que me llevaste tú misma.

Su repentino intento por sacar conversación me dejó en blanco por un largo instante hasta que sus ojos verdes me buscaron expectantes.

—Cierto... Mi hermana prácticamente me obligó, pero no suelo hacerlo, no me gusta el caos de manejar.
—Hace años no veo a Alex —replicó con la vista al frente—. ¿Cómo va todo con ella? ¿Sigue de novia?
—Uh, en realidad... ¿Sí recuerdas a Maggie, cierto?

Lena frunció el ceño y vi una pequeña sonrisa dibujarse en sus labios.

—¿Estás hablando en serio?
—Creo que hasta tienen un perro, van muy en serio.
—Quién lo diría con Maggie. Nunca pensé que sería de las que pueden sentar cabeza.

No respondí y solo me quedé contemplando su perfil. Era una mujer hermosa en verdad. Y no es que antes no lo fuera, en nuestro tiempo en la universidad era dolorosamente bella pero ahora... Su mandíbula era más afilada, sus ojos más verdes, incluso su cuerpo en general aparentaba ser más fuerte. Me encontré a mí misma viendo los músculos de sus brazos y me pregunté si hacía ejercicio.

Lena me estaba mirando cuando regresé a su rostro y tuve que simular una expresión de lo más calmada cuando se desabrochó el cinturón y sacó la llave del contacto. Me había atrapado mirando de más pero para mi suerte no dijo nada al respecto. 

Salió del auto y no esperé a recibir instrucciones para hacerlo yo también. Una vez fuera me miró un segundo antes de atravesar la puerta de lo que parecía una cafetería. Me recordaba un poco a Morrigan's, el lugar donde había trabajado por un tiempo en la universidad, pero todas similitudes terminaron al entrar.

Era completamente diferente a mi antiguo empleo. Todas las mesas eran blancas con sillas azules y se dividían en compartimientos, dándole alguna que otra privacidad a los clientes, supuse. De las paredes colgaban pinturas de puertos y habían varias macetas con flores en ciertos sectores. Todo era bastante inmenso en comparación a cualquier otra cafetería que hubiera visitado nunca.

—¿Ya terminaste de mirar?

La voz de Lena detrás de mí a pocos centímetros me asustó y tuve que tener cuidado al girarme ya que de por sí notaba lo cerca que estaba. Al ponerme frente a ella, ni siquiera parpadeó.

—No conocía este lugar, es muy hermoso.
—Lo inauguré hace un año.
—¿... Tú?
—Claro, es mío.

Lena cruzó por mi lado, le hizo una seña a alguien en el mostrador y se sentó en una mesa junto a la ventana. Esa seguridad despreocupada en todo lo que hacía, esa soltura confiada... Era una Lena que apenas comenzaba a conocer y que a pesar de parecerme fría al principio ahora llamaba mi atención. En segundos estuve sentada frente a ella y una camarera se nos acercó muy sonriente.

—Solo será un café para mí, Megan, con mucha azúcar por favor —pidió sin apartar los ojos del celular que había sacado hace un momento. La camarera, una mujer de unos pocos veinte años, me miró entonces a mí.
—Un café con leche estaría bien, gracias.
—Trae también unas galletas, las de chocolate —añadió la ojiverde con una seriedad envidiable. Megan se retiró con una sonrisa y Lena siguió escribiendo en su celular un par de segundos más hasta que por fin lo guardó.
—No sabía que te gustaban las galletas de chocolate.
—No son para mí —señaló inexpresiva y apartó la mirada hacia al mostrador algo... ¿Nerviosa?—. Debes de tener hambre. Si mal no recuerdo tenías una obsesión poco sana con esas cosas.
—¿Lo recuerdas? —murmuré sintiendo que la garganta se me secaba. Lena eventualmente regresó a mí.
—Claro. Pero eso no importa. ¿De qué querías hablar?

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora