85. Una última oportunidad.

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—¿Por qué quieres saber eso? —fue lo primero que salió de mi boca. No había otra cosa en mi cabeza lo suficientemente coherente.
—No estás respondiendo y el tiempo corre.

Lena se mantenía calmada, su expresión inalterable a pesar del agotamiento y su mirada penetrante más allá de las ojeras. Realmente quería saber, y si no le daba una respuesta mi única oportunidad de salvarla se iría por el retrete.
Pero el problema es que no lo sabía. Nunca me había detenido a pensar en cuándo había dejado de quererla porque si lo hacía acabaría cuestionando si en verdad lo había hecho. Nunca estuve del todo segura si lo que sentía por Lena en la universidad había desaparecido y este no parecía el mejor momento para averiguarlo. ¿Pero entonces qué le diría? ¿Qué no lo sabía? ¿Mentirle? ¿O mentirle para mal?

Bien podría decirle un falso tiempo en el pasado y enfrentarme a su reacción, o tal vez, lo más alocado, decir que nunca había dejado de hacerlo. Las dos opciones pesaban lo mismo en mi balanza imaginaria. Porque la realidad era que no podía saberlo, no tenía manera de descubrir hasta qué punto lo que sentía por Lena llegaba. ¿Si haría todo por ella? Claro, incluso ahora. Pero no era la cuestión, ya no era lo indicado.

Recobrando el aliento y volviendo a mirar sus ojos expectantes asentí para mí misma.

—Hace tres años.

Lena se me quedó viendo como si una respuesta real fuera lo que menos se esperase. Escuché claramente su corazón acelerarse y supuse que se avergonzó del escándalo de sus latidos porque se alejó hasta la cama de metal. Tres años, claro, como si en todo ese tiempo yo no hubiera necesitado tenerla a mi lado.
Pero era lo único que podía decirle. Lena ya me había superado, no necesitaba que le contara sobre mis dudas o las confusiones de mis sentimientos actuales. No le hacía falta cargar con el hecho de que existía una posible y minúscula posibilidad de que mi corazón siguiera intacto con respecto a ella.

Recuperé la compostura y me esforcé para que las palabras se escucharan con claridad.

—¿Podría saber cuándo lo has hecho tú?
—Tienes lo que quieres, Kara, ya puedes seguir con tu tonto esmero de intentar sacarme de aquí.
—Solo respóndeme —sonó más a una súplica que un simple pedido. La ojiverde se puso de pie otra vez y me observó por un largo rato, su cabello negro suelto le daba una apariencia mucho más informal que lo que solía ver en la oficina. Más rebelde... Como en la universidad.
—Tal vez tú misma sepas la respuesta si lo piensas —se aproximó hasta que solo quedaron unos cuantos centímetros entre nosotras y estuvo a mí misma altura—, tal vez, si lo imaginas por un momento, puedas descubrirlo por ti misma. No es difícil hacerte a la idea.
—Nunca me fue muy fácil descubrir lo obvio, sabes.
—Lo sé, Excalibur te fue todo un reto.

Vi como Lena reprimía una media sonrisa y yo contuve la mía. Por un instante me sentí como antes, libre y en paz, por un fugaz segundo creí que quizás no era demasiado tarde. Pero ella se separó de mí y tan pronto como la sensación llegó, se fue.

—Haz lo que tengas que hacer, Kara. Te recompensaré afuera por tu ayuda.
—Eso no es necesario —repuse ofendida.
—¿Entonces cómo debo de tomarlo? ¿Favor de ex?
—Lo hago como una antigua... Amiga que quiere darte una mano.

Lena alzó las cejas, incrédula y negó con una sonrisa sin gracia. Yo también sabía que sonaba tan estúpido como tonto.

—Bien, querida amiga, solo ve. Aprovecharé mi tiempo para dormir en este placentero agujero de ratas hasta que vengas a rescatarme.
—¿Lena? —ya estaba dejándose caer en la cama cuando me miró.
—¿Si?
—Hay una manera en la que puedes recompensarme.
—¿De verdad? —dijo abriendo mucho los ojos.
—Podrías... ¿Puedes aceptar una cita conmigo? —por la forma en que mis palabras apresuradas lo dijeron todo mal, rápidamente me corregí—. No, no, no una cita, lo siento. Una... Algo así como un encuentro en algún sitio para que podamos hablar. ¿Aceptarías?
—Hablar —repitió suavemente. Comenzó a asentir con la cabeza y noté como mi pecho se desinflaba. Lena, después de seis años me observó como si estuviera frente a una vieja amistad—. Acepto, Kara.

My Yellow Sun; Supercorp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora