Lena me esperaba en la sala de estar ya cambiada, se había atado el pelo en una cola y estaba apoyada en el borde del sofá. Por suerte faltaban todavía treinta minutos para las nueve por lo que todo el drama anterior no me había quitado tanto tiempo.
—No sabía qué ponerme, lamento la demora.
—Es una cafetería, Kara, no vas a la oficina.
—Sí, pero... Oye, nunca te dije dónde trabajaría. ¿Cómo supiste? —se paró y me dió la espalda yendo en dirección a la puerta.
—Claro que lo dijiste. Ayer.
—Uh, no, no lo hice —afirmé. Estaba segura de que no le había mencionado nada de mi empleo.
—Tienes que hacerte ver el tema de la memoria, Kara. Llegarás a los cuarenta sin saber tu nombre.Salió al pasillo y mientras la seguía traté de recordar en qué momento le había comentado lo de la cafetería pero sin éxito. Me rendí tiempo después, seguramente había dicho algo dormida o sin darme cuenta.
Salimos al fin de la universidad al aire libre. El sol hoy se sentía bien en mi piel, me llenaba de energía y me mantenía positiva.—¿Te sigue doliendo todo?
—De momento no, pero cuando pienso en ello sí.
—Ah, lo siento.
—Gracias por quedarte a dormir conmigo.
—Pensé que no te gustaba agradecer.
—No me gusta usar palabras importantes con personas que no valen la pena —no quería pensar demasiado en eso pero sin embargo me costaría sacarme de la mente la idea de que Lena consideraba que yo valía la pena.
—Tengo que confesar que verte tirada en medio del pasillo anoche fue... Pues esperaba lo peor.
—¿Ya creías que no respiraba? —doblamos una esquina y puse los ojos en blanco.
—No es gracioso. Con todo tu historial de aparecer como si salieras de una jaula de animales salvajes todo era posible.
—Si te quita un poco la preocupación para la próxima te servirá saber que mi padre nunca me hará tanto daño como para matarme —era tan natural su manera de decirlo, sin ninguna emoción en concreto, nada, como si estuviera de lo más acostumbrabada a ese tipo de situaciones.
—Algo me dice que no es justamente porque te aprecia.
—No le serviría de mucho en un ataúd, soy más útil mientras... Bueno, mientras hago lo que me ordena.
—No voy a juzgarte, Lena, ¿lo sabes?
—Lo sé, Kara, pero aunque no lo hicieras tengo la certeza de que dejarías de mirarme como lo haces ahora.
—¿Y cómo te miro? —inquirí con curiosidad. Lena mantuvo la vista al frente, mordiéndose el labio, tal vez buscando la manera correcta de decirlo. Quizás sin querer siquiera hacerlo. Al cabo de un rato habíamos cruzado otra calle y volvió a hablar.
—Me miras como si fuera una buena persona.
—¿Y por qué creería lo contrario?
—Kara, eres alguien normal. Ojalá tuviera la posibilidad de vivir así, poder elegir si quiero juntarme con gente como yo o no.
Si tan solo supiera...—No se trata de elegir y mucho menos de que haya gente como tú o no —me detuve incapaz de seguir caminando hasta que me escuchara, se giró también y me miró con toda la aspereza que encontró. —Me gusta pasar tiempo contigo y no por lo que haces o las personas tóxicas en tu vida. Eres una mujer inteligente y sé que saldrás de toda esa vida desagradable por la que te hacen pasar pero si no comienzas a tener un poco de esperanzas ahora luego será imposible. Me gusta reírme contigo, me gusta saber que estarás ahí si toco a tu puerta, me gusta que me cuentes cosas que no sabía y que puedas dormir sin tener pesadillas si estás conmigo.
La expresión le había cambiado por completo y es que como no... La idiotez había salido a borbotones. El expreso Danvers está a punto de partir, favor de abordar, destino; la isla de la estupidez. Si había una línea invisible que separaba conservar la cordura y perderla entonces yo ya la había pasado y con creces. Lena me contemplaba como si fuera un alienígena, valga la redundancia, sacado de una película de los noventa. ¿Por qué tenía que haber dicho eso? ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué mejor no le había contado sobre el video de la paloma que se golpeaba la cabeza una y otra vez? Eso, yo tenía que darme el cerebro contra el cemento a ver si así podía reaccionar.
Mi comportamiento solo seguía sorprendiéndome pero Lena era la más confundida en toda esta vergonzosa situación. Éramos dos idiotas paradas en medio de la calle como si estuvieramos jugando a ver quién parpadeaba primero. Mi compañera abrió la boca pero yo la interrumpí, no, no iba a quedar como imbécil frente a ella.
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My Yellow Sun; Supercorp.
FanfictieHan pasado seis años desde que Kara Danvers llegó a la Tierra, después de que su planeta Krypton fuera destruido y ella fuera la última sobreviviente. Todavía está aprendiendo de sus poderes, aún sigue en etapa de controlar sus habilidades pero har...