¿Eres mi perra? Parte ll

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» Capítulo 4 «

¿Eres mi perra? Parte ll

Me levante de la cama, era media noche. Después del golpe que recibí de Ferrer había dormido todo el día. El silencio era evidente, solo se escuchaba el viento chocar contra la ventana. — ¿Clay? — Cuestione en un susurro. Salí de la habitación y caminé por los pasillos, era una casa realmente enorme, los pisos eran negros y brillaban, las paredes totalmente blancas era como estar dentro de un juego de ajedrez.

El living era realmente un lugar que parecía que escondía miles de secretos, pinturas clásicas y antigüedades, pero sobre todo me llamo la atención el espejo que estaba en el techo — ¿Pero qué...? Tenía ropa holgada — Era de Dominic Sentí palidecer — No quise asustarte. Sonrió.

— Pensé que estaba sola. — Confesé.
— Tienes una hora. Asentí entendiendo lo que tenía que hacer, — En tu cuarto encontrarás ropa, te esperare en el auto.

Avanzo mientras sus pisadas hacían eco — ¡Clay!. Él se detuvo — ¿Dominic? ¿Desde cuándo lo llamas por su nombre de pila?

Su rostro lucia aturdido — Solo en ciertas ocasiones. — Aclaro retirándose.

Camine a tientas sin tener idea de que habitación había salido, todas eran exactamente iguales — ¡Genial! — Bufe sintiéndome perdida. — ¿y esto? Me pare justo delante de una habitación con puertas enormes parecían estar fabricadas de... — Imposible ¿oro? Mire a mi alrededor no había nadie gire la perilla y entre cerrando las puertas tras de mí.

Camine lentamente por el lugar observando todo con lentitud, — No te veías tan malo. — Murmure al tomar una fotografía de Dominic cuando era apenas un pequeño; todo se veía tan ordenado — Hijo de puta. — Susurre.
Retrocedí unos cuantos pasos, pero mis ojos se dilataron al ver a lo lejos un retrato, corrí hasta el — ¿Soy yo? Mi voz tembló, Si era yo cuando apenas tenía quince años — ¿Cómo diablos llego esto aquí?

— ¡NO TENGO TIEMPO! Te dije que te encargaras de ella.

Su voz altero mi sistema nervioso haciendo que el retrato se deslizara de mis manos — ¡Mierda! — Maldije en voz baja, lo recogí rápidamente y me zambullí en un cuartito dejando un pequeño espacio para ver lo que pasaba.

— Clay ya te he dicho que dejes de meterte en mis malditas decisiones, sabes que respecto a Alexz solo yo tengo la razón.

Mi respiración era agitada, apenas y podía respirar en aquel rincón oscuro, pero nada sería peor comparada con lo que me haría ese malnacido si me descubriera hurgando en su habitación — Si señor. — Respondió Clay.

— Ahora no hagas que pierda más mi paciencia, en dos días llega la nueva mercancía y ya sé que odias el trabajo sucio pero Warren no puede encargarse solo.
— Señor pero...
Dominic buscaba desesperado algo, lo vi teclear lo que parecía ser una clave en una caja de metal — ¿Pero qué?
— ¿Qué pasara con Alexz?
— Tengo trabajo para ella.
— En su condición no podrá ser muy útil.
— Tiene su maldita vagina intacta y su sucia boca igual, no será un buen polvo pero alguna mierda podrá hacer.
— Es la que más produce... deberías... — Dudó en continuar. — Dominic deberías darle un descanso.

Su mandíbula se tensó — No me llames así, No habrá un descanso para esa perra ¿comprendes? Ahora deja de meter tu culo en mis asuntos yo iré arreglar el maldito desorden que provoco Alexz, todos están locos con la muerte de Franco.

— No fue su culpa. — Me defendió Clay.
— Es una puta hubiera dejado que ese bastardo la matara a golpes. — Escupió con furia.
— Sabes que eso te metería en problemas.
— Escúchame bien Clay, ninguna mujer me mete en problemas a mí porque todas son mercancía barata.
— No, Alexz no y lo sabes.
— ¡Cállate! — Le ordeno sacando su arma y apuntándole directamente.

Un grito emergió de mi y tape mi boca con ambas manos evitando que me escucharan — Warren haría un mejor trabajo con Alexz. — Espetó Clay desviando su mirada para encontrarse con la mía en aquella pequeña abertura.

— Ve por Alexz no tenemos mucho tiempo. Lo sacudió apartándolo.

Ambos abandonaron la habitación y sentí como mi alma regresaba me gire sobre mis talones recargado mi cuerpo a la puerta y exhalando con fuerza; todo estaba oscuro di unos cuantos pasos sin dejar de apoyarme en la pared hasta hallar el interruptor lo presione con suavidad — ¡¿Qué carajos?! — Exclame.
Aquel pequeño cuarto contenía una colección de cientos de expedientes, esto era lo que todas significábamos "mercancía".


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Poco a poco se desenreda la madeja  :O
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Escritora » Anggie Twitter » @kaatthriin

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