¡Eres una puta con clase!

2.5K 109 3
                                    

» Capítulo 7 «

¡Eres una puta con clase!

— Volveré por ti mañana temprano. — Indico Clay al dejarme justo frente al edificio.

Corrí hasta la entrada, — ¡Hola Marshall! — Salude al portero del edificio ingresando rápidamente agarrando con fuerza mi abrigo intentando esconder mi atuendo — Señorita Alexz — Respondió enérgico, subí al ascensor afortunadamente iba vacío; Odiaba vivir en el séptimo piso realmente odiaba las alturas, golpee esperando que Maggie aun estuviera en casa — ¡Aleluya! — Exclame al abrirse la puerta y entre — ¿dónde estabas? — Pregunto Maggie frotándose los ojos.

— Trabajando a diferencia de ti que apenas te levantas. — Reí al ver su ridícula pijama con dibujos de caricaturas — ¡¿No has visto la hora?! Alexz es muy temprano además es domingo. — Dijo alejándose encerrándose de nuevo en su habitación.

Desde hacía un año vivía en un apartamento en el centro de la ciudad, y para ahorrar dinero decidí compartirlo con una amiga de la universidad, mantener a mi mamá conectada era demasiado costoso. Me duché en la brevedad posible y salí de nuevo — ¡Mierda! — Susurre al olvidar que no tenía nada de mis objetos personales conmigo, — ¡Señorita! — Grito Marshall agitando su mano evitando que me subiera al taxi, — Olvide darle su bolso, me disculpo, pero los años no llegan solos. — Le sonreí dulcemente agradeciéndole.

Dominic nunca olvidaba nada, era un perfecto calculador que no se perdía ninguno de mis movimientos. — Clínica Life center por favor. — Le indique al conductor, me deje caer en el abullonado cojín y encendí mi reproductor, ¡Una buena dosis de música! Eso era lo que siempre me subía el ánimo después de tener sexo con un desconocido, era algo a lo que nunca lograba sobreponerme... siempre que volvía a casa después de un encuentro sexual me abrumaban aquellos espantosos recuerdos.

Un año atrás.

— Empezarás a trabajar conmigo Alexz.

Cabizbaja y sin mucho que decir después de que un loco me robara mi virtud ¿qué podía hacer?, las lágrimas se acumularon en mis ojos — ¿Aún quieres? — Pregunto impaciente.

Habían pasado algunas semanas desde que aquel hombre "Dominic Ferrer" me había propuesto ser parte de un mundo al que era totalmente ajena, me había jurado nunca volver a verle lo odiaba con total locura después de llegar a casa hecha un ovillo envuelta en lágrimas y sintiéndome una basura, las imágenes llegaban a mí como ráfagas; podía verme llorando desconsolada y pasar horas en la ducha intentando borrar las caricias de aquel espantoso día. — Sí. — Respondí sin titubear al tiempo que las comisuras de sus labios se alzaban.

— Bien, ve a casa descansa y mañana Clay irá por ti.

¿Descansar? ¿No se supone que iría a trabajar? ¿Clay? ¿Qué Clay?

— ¿Es legal? — Pregunte con inocencia. — Apenas cumplí diecisiete hace unos meses.

Sus ojos se encontraron con los míos — Es legal para mí por lo tanto legal para ti, ¿Comprendes? Yo asentí, después de eso la vida que había conocido hasta ahora pasaría a ser un recuerdo quizás el único bueno y lo entendí demasiado tarde, aquella noche al aceptar su propuesta le vendí mi cuerpo al diablo.

Vivir en un infierno, uno para el que no valía preparación alguna — tu primer cliente, Santiago Rivera Ministro de Justicia, complácelo en lo que pida y mañana tendrás tu dinero.

¿Complacerlo? ¿Qué significaba?, las respuestas no importaban; lo único que de verdad tenía importancia era el dinero que necesitaba, había logrado vender la casa y pagar los gastos de la clínica, empecé la universidad y alquilé una habitación pequeña, el resto del dinero lo había abonado a la deuda que tenía mi padre con aquel matón.

— ¡Por fin carne fresca! — Sonrió mirándome lascivamente aquel hombre obeso de corta estatura y pelo canoso.
Mis piernas temblaban y yo solo trataba de cubrir mi busto con mis manos, era incómoda la ropa que me habían obligado a usar... — Déjame observarte, Ferrer tiene excelente gusto realmente eres una puta con clase. — se burló.

Sus manos empezaron a acariciar mis hombros — Espero que seas tan buena en la cama como te ves. Me arrastro a empujones hasta la habitación arrancándome la ropa, — Deshazte de mis pantalones y pon esto. Estaba en ropa interior frente a un señor que me triplicaba la edad, le quite el pantalón y agarre el pequeño empaque plateado ¡¿Esto es?! ¡Dios mío! Apenas había visto uno de lejos en clase de sexualidad y el día que Dominic lo uso pero jamás lo había tocado y mucho menos puesto.

Ver su pene erecto frente a mis ojos hizo que casi vomitara — Espera. — Susurro. — Primero quiero que lo mames.

Mi quijada cayo y retrocedí — ¿Qué? — Pregunté con voz diminuta, sentí un fuerte tirón de pelo que me obligo a inclinar la cabeza hasta que su pene rozo mis labios repetidas veces — ¡Abre la boca! — ordenó.

Me negué provocando que su humor se alterará, — ¡Puta barata! — grito al tiempo que me golpeaba el rostro, las lágrimas se desbordaron y mi cara ardía — pague mucho por ti y haré que valga la pena — se mofo introduciendo sus dedos en mi boca forzándome a abrirla para meter de lleno su dura erección en ella, lo sentí llegar hasta atrás de mi garganta dándome una sensación nauseabunda, halaba mi cabeza con fuerza llevándola hacia delante y hacia atrás — ¡GOD! — Exclamaba entre dientes aquel asqueroso hombre mientras sentía como mi lengua rozaba su miembro, las lágrimas se deslizaban una tras otras y mi intento por zafarme fue inútil. — Buena chica — Espeto con vos agitada y ronca haciendo más rápidos sus movimientos " ¡ya basta!" repetía en mi mente a gritos, algo caliente se derramo en mi boca y entonces se detuvo... el sabor era desconocido lo único que quería era sacarlo de mí, tosí varias veces — ¡Vamos! — Demando con voz ronca levantándome del suelo y despojándome de mi ropa interior, a lo lejos divise sobre cada costado de la cama lo que parecía ser unas esposas — Súbete. Obedecí al instante — Estira los brazos. Lo hice sintiéndome como una cualquiera al tener la mirada morbosa de un viejo asediándome, lo último que recuerdo es estar bajo su pesado cuerpo mientras Santiago me follaba de las maneras más retorcidas que pudiera alguna vez imaginar, estaba exhausta y no sentía ninguna emoción — Puedes irte. -Escuche decirle al terminar de quitar las esposas de mis muñecas.

Intente ponerme en pie, pero me fui al piso de lleno, las piernas me temblaban y como pude me arrastre por el pasillo buscando mis prendas de vestir, salí con ayuda de un tipo enorme y me recibió Clay, y allí fue que nos conocimos, en las circunstancias más inciertas de mi vida. Me tomo entre sus brazos y me llevo hasta mi pequeño cuarto ubicado a las laderas de la ciudad — La primera vez no es fácil. — Susurro intentando hacerme sentir mejor.

— Déjame sola. — Espeté sin siquiera mirarlo.

— No estás bien ¿Alexz?. Mis pensamientos estaban en otra parte menos ahí con Clay — buscaré algo para curar ese labio reventado y limpiar las heridas en tus muñecas. — Espetó acariciándome sutilmente.

— ¡LARGATE! — Grite con la voz quebrada evitando romper en llanto.

— Es demasiado tarde para intentar salir del infierno, una vez que entras no hay retorno. — Dijo antes de dejarme sola.


...

D': No es nada bonito el pasado de Alexz. 

_______________________________

Escritora: » Anggie. Twitter: » @kaatthriin

» Bajo el ojo del diablo «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora