Dejame decirte un último te quiero

Cap.28

Tomo la leche en silencio. Los chicos se han ido a entrenar y yo me dedico a mirar por la ventana. Hemos tenido una charla intensiva sobre lo que pasó ayer y han llegado a la conclusión de que emocionalmente soy inestable y que hablaría con el Inazuma Japón, no sé si para sermonearlos o para informarles de lo que según parece, recién han descubierto. Admiro como Paolo controla a los jugadores uno por uno, incluso sin mirarles. Es impresionante la visión de juego que tiene. Recuerdo como si fuera ayer cuando le vi jugar por primera vez.

*Flashback*

Miro desde las gradas del estadio. Me han hechado una chaqueta por encima, porque ya no sé si hace frío o calor, ni siento ni padezco. Hay un equipo jugando, según he escuchado decir a mi nuevo padre es el mejor de todo Italia. Bajo un escalón más. Creo que tengo el pelo enmarañado y las ropas holgadas que llevo no me ayudan a dar una buena impresión. Algunos de los presentes allí ya se han dado la vuelta como tres veces, intentando averiguar de que selva he salido. Y aunque parezca que no haya movido mi vista del campo he sentido sus miradas. Bajo otro escalón más. Hace mucho que no veo un partido de fútbol. Desde el accidente, y ya han pasado dos meses. Me apoyo en la barandilla. Escucho susurros detrás mia. Supongo que el señor Raimon esta informando de toda mi situación a mi nueva familia. Familia, que raro suena eso. Hace mucho que no tengo una. Achico más los ojos y me fijo en un chico en especial. Esta dando órdenes a diestro y siniestro y la verdad es que lo hace muy bien. Maneja a su antojo el juego, como si mirara desde arriba la jugada. Marca un gol y la grada vitorea. Parece que es uno de los favoritos. Mira hacia arriba y su mirada depara en mi. Abre mucho los ojos y yo imito su gesto.

--- Nos volvemos a ver Crístal - dice andando hacia donde yo estoy.

--- Tú...

*Fin flashback*

Cierro los ojos por un momento y vuelvo a dar un sorbo. Cuando los abro una limusina está parad en medio de la entrada. Achico los ojos cuando la puerta se abre. El tiempo se para y la taza se cae de mis manos. Se hace añicos contra el suelo y yo no soy capaz de volver en mi. Doy un paso atrás hasta darme con la isla de la cocina.  Aprieto el borde de esta y miro como se sienta en el banquillo donde se supone que debería de estar el entrenador, pero por lo que me había contado, había tenido que partir a no se donde. Ahora, ya no creo que eso sea verdad. Me niego a moverme. Veo la cara perpleja del equipo, y como son echado por unos encapuchados que no me dan buen rollo. Las rejas de la calle se cierran, y me quedo atrapada en el área italiana. Salgo de la casa todavía conmocionada por todo. ¿Por qué él está aquí? ¿Qué ha pasado con Paolo y el resto? ¿Quiénes son esos chicos?

Y lo mejor... ¿por qué mierdas nos han dejado aquí?

  Camino hasta quedarme en medio del campo. Su sonrisa se expande, no sé si por el hecho de que esté delante suya o porque me ha dejado encerrada con ellos ahí dentro. Pero, por una extraña razón, no tengo miedo.
— Creo que tenemos a una intrusa - dice cruzándose de brazos.

— Creo que los intrusos sois vosotros - los miro a todos uno por uno - no sé que tramais pero no os vais a salir con la vuestra.

— Vaya, vaya - su sonrisa se ensancha - parece que mis creaciones se están volviendo contra mi.

Entre cierro los ojos sabiendo que se refiere a Jude. Puede que siga enfadada y decepcionada después de lo de ayer, pero eso no quita para que mi vena protectora salga.

— No te acerques a él, comandante.

No sé por qué le he llamado así, no preguntéis.

— Veo entonces que ya has descubierto...

— No, no sé absolutamente nada porque entre el dios de ojos rojos que no suelta prenda y el mundo que me tiene como en una burbuja, es imposible.

Se queda callado pensativo.

— ¿Quién es ella señor D?

Levanto una ceja divertida.

— El hombre de las mil caras por lo que veo - musito.

— Es verdad, que mal educado soy - se levanta y se pone entre los encapuchados y yo - Iría, estos son los jugadores se la nueva selección italiana.

— No, no puedes hacer... - digo perpleja.

— Y este es su capitán, Demonio Estrada.

El chico se quita la capucha y deja ver la mismísima cara de Jude Sharp. Las gafas, las facciones,...

El árbol en la cabeza...

Sí, el árbol en la cabeza también. Aprieto los puños a cada lado.

— Pero creo que esta conversación vendría mejor tenerla dentro de la mansión ¿no os parece?

Sus ojos se desvían hacia atrás. Achico los ojos intentado ver si hay algo fuera de lo normal, pero no lo consigo. No parece que haya ningún peligro. Entonces caigo en la cuenta de que él sabe más de lo que parece y le sigo hasta la puerta. Mejor prevenir que curar ¿no?

***

Jude mira a Paolo con los ojos muy abiertos. No puede creerse lo que está oyendo. Esta seguro de que ese tal Míster D es Ray Dark, sin duda. Su descripción encaja a la perfección con el hombre al que David y él vieron ayer.

— Entonces... ¿Ese hombre es Ray Dark? - suelta Paolo con rabia.

Crístal le había hablado de él. A veces bien, a veces mal, pero él mismo sabía como se las gastaba ese hombre, lo había visto con sus propios ojos. Además, muchas veces la chica había repetido su nombre en pesadillas.

— Sí, nos montó unas cuantas en Japón, lo que no entiendo es que hace aquí.

— Algo trama, seguro - dice David pensativo.

— Oye, ¿e Iría? - dice Mark avergonzado - quiero disculparme con ella y...

— La madre que... - dice el italiano. Coge el móvil y hace una llamada rápida para colgar sin decir nada - se ha quedado en la mansión. 

— Eso quiere decir...

— Que está con Ray Dark - dice Caleb frunciendo el ceño.

Jude empieza a correr hacia el área italiana.

— ¡Vamos! No me fío de ese hombre.

"Lo que yo no me fio es de Crístal" piensa Paolo mientras sigue al Inazuma.

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Como recompensa por haber tardado tanto aquí esta el siguiente capítulo. Espero que lo disfrutéis, besoooos.