Cap.69

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A veces las personas que están destinadas a estar juntas, también lo están a estar separadas. Es curioso como a veces la vida te ofrece el regalo más grande para luego quitártelo de las manos. Recuerda que ella se sintió muy afortunada al pensar que su felicidad duraría para siempre, que lo que llega, no se vuelve a ir. Se aferró al dicho "lo que se da no se quita" pensando que después de todo lo sufrido, por fin le tocaba disfrutar un poco de la vida, de él. Ese regalo vino en forma de chico de ojos marrones y pelo tan blanco como la nieve.

La primera vez que le vio algo dentro de ella lo reconoció como suyo. Su cabeza la única palabra que podía reproducir era su nombre. Axel Blaze, Axel Blaze... Parecía un disco rayado a punto de colapsar. Recuerda que su primer cruce de miradas le pareció eterno aunque solo fueran unos míseros instantes. Para ella había sido como una vida dentro de su propia vida. Y aunque sus ojos mostraran una gran frialdad y odio hacia ella, aún así, el corazón de la chica no pudo más que ilusionarse. Si guardaba algún tipo de sentimiento hacia ella, eso significaba que no le era totalmente indiferente. Y sí, es su cabeza ser odiada era mil veces mejor que no significar nada. Porque el odio duele, pero la indiferencia mata.

Así que, ella y su pequeño y frágil corazón se acercaron a él de la mejor forma que sabían, siendo ellos mismos. Y...

Cristal traga el nudo que tiene formado en su garganta.

Y... Todo salió bien, en un principio. No cabía en si de la dicha que creía sentir al tener nuevos amigos y alguien con el que siempre contar. Formó su pequeña burbuja dentro de ella, donde nadie nunca podría entrar, ni si quiera el gran peligro que la acechaba noche y día. Pero las sombras siempre encuentran grietas por donde colarse, momentos en los que resurgir y heridas que abrir. Esa burbuja empezó a resquebrajarse poco a poco a medida que el "El hombre invisible" se acercaba a ella. Ella lo sentía, sentía como las partes de esa burbuja caían a un vació inexplorado del que no había fin. Y para proteger lo poco que iba quedando de su mundo interior, se fue alejando del externo. Si las sombras no llegaban a él, todo seguiría estando bien.

Pero de tanto proteger a su burbuja, se olvidó de proteger a lo más importante, a ella misma. Fue en su propio funeral cuando se dio cuenta de que no había disfrutado de esa vida todo lo que debería de haberlo hecho. Dejó que el miedo la embargara y que no le permitiera gozar del enorme regalo que le había dado la vida. Ese día se compadeció por ellos y por si misma. Ellos perdieron a una amiga, pero ella perdió su alma por completo para quedarse al lado de esos chicos que tanto quería. Para quedarse al lado de él. Porque Axel siempre tendría una parte de su corazón con él, o eso creía ella.

Nunca pensó que después de ese fatídico accidente la vida volvería a concederle otro regalo. Uno que no quiso abrir al principio, pero que acabo quitándole el papel de envolver en cuanto decidió no volver a cometer los mismos errores del pasado. Y disfrutó, esta vez disfrutó de su nuevo y valioso regalo como nunca antes lo había hecho. Apreció tanto a esos chicos, apreció tanto a su torbellino de ojos azules, que el miedo volvió a aparecer. Dicen que el humano es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra, y en cuanto sitió que las mismas sombras volvían a acecharla, salió huyendo. Volvió a huir como la cobarde que era.

Pero su amor era tan grande, su cariño hacia ellos era tan grandioso, que si algo les pasaba por su culpa nunca se lo perdonaría en la vida. Así volvió a su país siendo otra persona, volvió a reencontrarse con quienes habían hecho de su primera vida algo inolvidable y sincero. Volvió para darse cuenta de que el amor no es para siempre y de que a veces el mayor regalo no es el que se ve a simple vista, si no uno aún más escondido que, a pesar de que lo tienes al lado, no lo supiste ver bien con claridad.

Porque Mark siempre estuvo para ella, incluso cuando ella no estuvo para él.

Cuando empezó su tercera vida, sintió que la primera burbuja se rompió por completo. Ellos habían cambiado, la habían cambiado. Sus ilusiones se rompieron cuando la vieron entrar ese día por la puerta, porque sintió que nunca había significado nada para ellos, que solo había sido un contratiempo más en sus ajetreadas vidas. Se sintió reemplazable, insignificante, sola... Se sintió de tantas y diferentes maneras que acabó perdiendo el norte sobre quien era ella. Se cerró en banda, nadie volvería a pasar las infranqueables barreras que había puesto alrededor de ella. Pero el primer muro se vino abajo cuando el chico de ojos grises descubrió su secreto. Y aunque en un principio pensó que era el fin, fue el comienzo de algo totalmente nuevo. Volvió sentirse visible, a confiar en que en algún momento, todo volvería a la normalidad y podría vivir en paz de una vez. Shawn fue uno de sus dos pilares, Mark fue el otro. El castaño siempre había estado ahí, escondido bajo una capa de ignorancia. A lo mejor si se lo hubiera dicho desde el principio, todo hubiera sido diferente. Aunque no se culpa por haber tenido miedo de enfrentarle, sabia que no estaría preparada si decidía rechazarla. Él supuso otro antes y después en su vida, la cual iba abandonando sus tonos grises para convertirse en una más colorida. Y a medida que iba avanzando el camino y las sombras volvían a resurgir con mas fuerza, se dio cuenta de que, a pesar de no haberlo visto en un principio, siempre tuvo más pilares a su alrededor que la sujetaban cuando se tambaleaba o cuando sus piernas no soportaban su peso. Pero había estado ciega, ciega de odio, ciega de tristeza, ciega de rencor... Y cuando se quiso dar cuenta de uno de ellos, la vida se lo arrebató de su lado. Las formas de actuar de ray Dark nunca habían sido sus predilectas, es más, siempre las había criticado y repudiado, pero todo ello quedó eclipsado cuando supo su verdad.

Dejame decirte un último te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora