Cap. 68

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Sus dedos peinan el pelo castaño de la chica. Los enreda en las hebras y después tira de ellos con suavidad. Hacer eso le relaja después de la jornada que han tenido hoy.
La chica se mira frente al espejo y pasa con delicadeza el disco de algodón por su cara. Toca su piel sin esa cobertura espesa de maquillaje. Es un poco más oscura que el tono que se estaba dando de maquillaje, algo perfecto para esconder la verdadera cara que hay debajo. Sigue pasándose el disco desamaquillador mientras Paolo la desenreda el pelo. Ninguno de los dos han hablado mucho desde que la recogió en la comisaría. Ella respondía con monosílabos y él no tenia fuerzas para preguntar.
Paolo siempre sabe cuando darla su espacio, como hablarla, como hacerla sentir segura, como protegerla... Paolo siempre ha sabido como tratarla en todos los sentidos. ¿Pero cómo no iba a hacerlo si se ha pasado más de un año admirando a su amiga? Sus ojos nunca se han podido despegar de su cara, de su cuerpo... y mucho menos de su corazón. Paolo fue de los pocos que decidió asomarse al abismo que su corazón albergaba y tender su mano al vacío que la consumía. El chico, que ahora tiene un pequeño nudo en la garganta, vuelve a pasar su mano por el pelo enmarañado de Crístal. Y a pesar de presumir tanto de como la conoce, ahora mismo no sabe como ayudarla. Porque la necesita, aunque ella no quiera admitirlo.

Nakata esta tumbado en la cama mirando al techo sin decir ni mu y de vez en cuando la puerta se abre asomando alguno del equipo para ver si todo va bien. Pero nada está bien en esa habitación fría en la que los grados van descendiendo a una velocidad de vértigo para la chica.
Crístal termina de desmaquillarse y se mira al espejo. La imagen que le devuelve la hace sentirse melancólica e insegura. Hace mucho que no muestra su verdadero yo. ¿Qué pensaría la gente? Desecha esa idea de su cabeza. A ella le da igual la gente lo que de verdad le importa...

¿Crees que nos odiaran?

No lo sé.... No lo sé.

La pregunta le hace daño. Mucho. No podría soportar que alguien la odiara por lo que ha hecho, por cómo se ha comportado, pensando en si misma y no en los demás. Se muerde el carrillo con fuerza hasta que siente el sabor metálico de la sangre en sus papilas. Ya había hablado de ello con Mark, pero ahora se siente todavía más perdida. Recuerda el cómo Silvia se enfadó con ella, el cómo la miró cuando se enteró de quien era.

Mark no nos miró así.

Su conciencia tiene razón, Mark la apoyó en todo momento. Pero sabe que no todos son como Mark. Su amigo es un ser de luz, un ángel. A veces se pregunta cómo alguien como él puede estar cerca de alguien tan oscuro como ella.

— No sé qué estás pensando, pero no es verdad - levanta la mirada  y observa a Paolo a través del espejo.

Cuando dice que Paolo la conoce, es muy real.

— Yo... ¿Creéis que soy mala? - se muerde el labio inferior - Ya sabéis... he mentido a mucha gente, abandone a mis amigos con esa arpia rondando, os he podido poner a vosotros en peligro...

El silencio en la habitación le provoca un escalofrío por todo el cuerpo. Se remueve incómoda en la silla queriendo hacerse una bolita y esconderse en algún lugar donde nadie pueda encontrarla. Ahí, en un rincón, sola, sin poder dañar a nadie. Se pasa las manos por el pantalón secando el sudor de sus manos, esperando a que alguien diga algo al fin.

— Hermanita, eres la mejor persona del mundo, ¿a qué viene eso ahora? - Nakata se incorpora en la cama y mira la espalda temblorosa de su hermana - no me digas que estás culpándote de todo lo que ha sucedido.

La chica no lo afirma, pero tampoco lo desmiente. El chico tuerce el morro y se incorpora pasándose la mano por el pelo. Le duele en lo más profundo del alma que su hermana piense así, que se eche las culpas a ella misma por todo el mal que ha causado un solo hombre. ¿Cómo iba a tener ella la culpa? Todo empezó cuando la morena tenía 5 años. Incluso si hubiera tenido la suficiente madurez cuando aquello ocurrió, todo hubiera sucedido de la misma forma, porque lo que está destinado a pasar, lo va a hacer tomes un camino u otro.

Dejame decirte un último te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora