Cap.70

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--- Gracias – dice la chica aceptando el vaso de agua que su hermano le tiende.

--- Sabes que no me gusta mentir al equipo y menos a Paolo – el chico se sienta en la cama y pasa su brazo por sus hombros – además, son más de las doce, es peligroso que estén ahora mismo por la calle.

La chica se encoge de hombros y da un sorbo de agua. Si a lo mejor no había sido la mejor idea que había tenido, pero bueno, ¿Cuándo tenía ella una buena y segura idea? Nunca, pero aun así la gente seguía siguiéndolas al pie de la letra. Entonces... no era culpa suya... ¿no?

--- No estoy preparada Nakata. Demasiadas emociones por un día, ¿no crees? – la chica se tumba boca arriba y mira al techo – además, estoy segura de que hay una persona que ha comprendido el mensaje, ¿verdad Judito?

El chico abre la puerta poco a poco, con una suavidad que no sabe de dónde saca entre tantos nervios. Su mano suda, y sus dedos se escurren entre el manillar que se suelta dando un sonoro golpe haciendo que Nakata entorne los ojos y mire con indignación a su hermana, que le mira de vuelta mostrando una mueca de disculpa. Sabe que no le hace nada de gracia que Jude merodee alrededor de ella, pero no puede prohibirle nada. Es su vida y ella misma elige como vivirla.

Jude pasa sus manos por el pantalón y después las une nervioso, jugando con sus dedos y esperando a que la chica diga algo. Pero nadie en esa habitación parecer querer ser el primero en dar el paso. Nakata suspira y termina maldiciendo por lo bajo. Su hermana parpadea muchas veces. Reconoce ese gesto, significa: "Hermanito, te quiero mucho pero vete ya". Y a pesar de que sabe que no estaría bien quedarse en una conversación privada, niega con la cabeza y se cruza de brazos, cerrado a cualquier negociación. La chica suelta una risita, sabiendo que su hermano siempre acaba cediendo. Coge su mano y se recompone quedando enfrente de él, pero no a su altura, ya que tiene que levantar la cabeza para poder mirarle a los ojos.

--- Nakata , voy a estar bien, tranquilo – pone una mano en si mejilla y el chico acomoda mejor la cabeza. Sonríe, su hermano suele ser muy cariñoso con ella – Vamos, tienes que ir a buscar al equipo.

Nakata exhala y se levanta con pesadez de la cama.

--- ¿Por qué siempre me toca a mí el trabajo aburrido?  - se para enfrente de Jude y entrecierra los ojos, desafiándose con la mirada mutuamente – como la toques o la hagas daño date por muerto. Adiós hermanita, llámame si necesitas algo.

La chica no se gira para despedirle. Se queda mirando hacia la ventana esperando que el chico se acerque. Jude coge aire con fuerzas y lo suelta poco a poco templando sus nervios. Nunca ha estado tan nervioso, ni si quiera en los partidos. El fútbol es algo que controla y que sabe que se le da bien.  A su amiga no la controla para nada, y encima se le da genial hacerla daño. El coctel molotov está formado, hagan sus apuestas.

Jude se acerca y se sienta al lado de ella con suavidad, intentando dar una sensación amistosa, a pesar de que por dentro sea un cúmulo de sentimientos entre los que se entremezclan la rabia y la tristeza. La mira de reojo, sin atreverse a encararla.

--- No me voy a romper porque me mires Jude – la chica le mira por primera vez desde que ha entrado en la habitación – No soy de cristal, aunque mi nombre sea ese.

Sonríe hacia él con una sonrisa entre de tristeza y compasión. No sabe si por ella o por el chico que se aguanta las lágrimas a su lado. Sus manos tiemblan sobre su regazo, sintiendo como le hormiguean por las ganas que tiene de tocarla. Pero se contiene no queriendo violentarla. Un paso en falso podría hacer que la chica se alejara de él como si quemara. 

Crístal acerca una de sus manos con cautela esperando que este la aparte de un manotazo que nunca llega. Al contrario, Jude entrelaza sus dedos y tira de ella para arrojarla entre sus brazos. La chica abre los ojos de la impresión, sin haberse esperando nunca esa reacción. Había creado diferentes rutas de cómo terminaría una conversación siendo Crístal con cada uno de sus amigos. Así de paranoica había estado durante todos esos días. Y con el tiempo que le había sobrado por las noches de no dormir, había terminado creando más de mil escenarios entre todos, pero este nunca se le había ocurrido.

Dejame decirte un último te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora