Cap.43

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Paolo se interna en la casa. Está seguro de que todos sus compañeros está dentro, pero es necesario entrar. La chica le había dado luz verde para pobrar a ver si su tolerancia con el baile había sido restaurada o si del contrario está seguía estando igual. Le había costado convencerla pero por fin, después de prometer le un helado había accedido. Es tan fácil de convencer cuando hay comida de por medio...

Intenta no hacer ruido y pasar desapercibido. Se esconde detrás de una columna y observa a sus compañeros que están sentados, por lo menos la mayoría, en los amplios sillones del salón. Coge aire y en puntillas pasa por delante de la entrada de la sala a la que ha decidido llamar por el momento "la sala invisible". Con la mentalidad de un chiquillo piensa en que si él no les ve ellos a él tampoco.

— ¿Paolo? - dice GiGi con los brazos cruzados, a su espalda.

El susodicho se da la vuelta y mira al chico-mueble que tiene delante. Siempre había admirado la capacidad de intimidación de Gigi la cual no pegaba con su personalidad amable y sincera. Da un paso hacia atrás y pone su mejor sonrisa. Siempre le había funcionado pero en este momento no está tan seguro de que le fuera a servir de algo.

— ¿Por qué parece que te estabas escondiendo de nosotros? - dice bajando una octava su voz.

— ¿Por qué haría eso? - dice intentando sonar lo más serio posible.

Su amigo frunce el ceño viendo lo evidente. Le molestaba ese continuo secretismo alrededor de su amiga. Sabe que está en el jardín, escondida detrás de unos arbustos. Nada más verla había mandado a Marco con tal de traerla dentro. Desconoce si la chica está bajo arresto de este o si siguen peleando por ver quien es más cabezota de los dos. Suspira al ver que su amigo sigue en sus trece con la mirada sería en él.

— Deja de mentir Paolo, no se te da bien ya lo sabes.

El bajo pone los ojos en blanco y observa como la chica de sus sueños entra en la casa guiada por Marco. Paolo sube una ceja inquisidora y la chica hace un puchero.

— Me prometió que me daría comida.

El chico no la escucha y se queda mirando su labio inferior queriendo darle un beso y abrazar a esa chica hasta que no hubiera un mañana. Sacude la cabeza quiriendo apartar esos pensamientos de él, no podía comenzar a quererla, no por lo menos de una forma romántica.

Gigi observa el debate que parece tener lugar en la cabeza de su amigo. Siempre había pensado que estaba siendo muy fuerte como para no caer a los brazos de la morena. Siempre andaban juntos, daba igual si estaban peleados, se sentaban cada uno en una esquina del banco sin mirarse ni hablarse, pero juntos. Al principio creyó que todo era porque quería hacer sentir bien a la castaña, luego se entero de su historia corta pero intensa y poco después comenzó a atar cabos respecto a los posibles sentimientos de su amigo. Aunque el negaba por activa y por pasiva que ue sus sentimientos no eran más que de simple amistad, él ya no estaba tan seguro.

— ¿Me das ya de comer? - dice la chica hacia Marco, ajena a todo.

El chico asiente divertido y se la lleva a la cocina en busca de algo que comer. Paolo mira la puerta por donde los dos jóvenes han desaparecido y suspira. ¿Qué le estaba pasando?

— Vamos Paolo - dice su amigo dándole una palmada en la espalda - los chicos te han echado de menos.

— ¿Y tu lo has hecho? - dice sonriendo tímidamente.

— Claro que si capitán.

***

Axel intenta tranquilizar su respiración mientras Jude mira el móvil intentado encontrar una explicación lógica y no ilusionarse con lo que su amigo le acaba de mostrar.

Dejame decirte un último te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora