Cap. 72

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Le mira una vez más. Solo una. Está esperando a que esta vez el chico le haga caso y no pase de ella, pero sus deseos no se cumplen y el chico gira la cara a su amiga en cuanto sus ojos hacen contacto. Crístal bufa y con decepción vuelve a mover su Nesquik. ¿Hasta cuando seguiría enfadado con ella? Había pasado un día entero ignorándola por completo. Pensaba que cuando se levantara a la mañana siguiente, Paolo volvería a ser el chico sonriente de siempre, pero no, eso no está pasando. El ojiazul se dedica a ignorarla por completo, como si fuera un fantasma.

La chica le vuelve a mirar y hace un mohín. ¿Y si de verdad se ha vuelto invisible y nadie puede verla? Su boca se abre formando una perfecta o. Oh dios mío, claro, eso tendría sentido.

--- ¿Se puede saber que haces? - la voz de Paolo suena casi como si le estuviera perdonando la vida.

Crístal deja de mover, como si estuviera flotando, su taza por delante del chico.

--- ¿Llamar tu atención?

El chico resopla y se levanta del taburete sin mediar palabra. Deja el vaso con agua en la pila y se dispone a salir de la cocina. Crístal le intercepta antes de que consiga librarse de ella.

--- ¿Puedes decirme que te pasa? - su voz casi suplica por una respuesta.

--- Creo que es obvio ¿no? - sigue sin mirarla.

--- Pues no, no lo es. Nunca te has puesto así conmigo y he hecho cosas mil veces peores que mentirte. Así que dime que te pasa de verdad Bianchi, a mi no me puedes engañar - se cruza de brazos, dispuesta a no moverse hasta que tenga una respuesta. 

Paolo pone los ojos en blanco y se acerca a la chica. Crístal pega un chillido cuando es levantada del suelo. Paolo la ha cogido en alzas para quitarla del medio. ¿Va en serio? El chico pasa por la puerta cuando ya no hay obstáculo que se lo impide y se dirige hacia el salón, sabiendo que cuando llegara con sus compañeros, la chica dejaría de insistir. Pero antes de que pueda hacerlo, un silbido le hace dar la vuelta. Para el balón antes de que impacte en su cara con fuerza. La pelota cae al suelo haciendo eco en el vestíbulo, rompiendo el silencio que se ha creado entre los dos. Se desafían con la mirada. Se miran como si fueran enemigos,  como si en cualquier momento fueran a saltar en la yugular del otro. Se acercan uno a otro sin casi pestañear. 

--- No sé a que estás jugando, pero estoy seguro de que vas a acabar quemándote. 

--- ¿En serio Bianchi? Pues creo que te equivocas. Me acabaría quemando si al menos supiera que leches he hecho - Crístal se siente cansada. 

No había pasado más que una noche desde que todo salió a la luz, así que todavía puede decir que sus nervios están a flor de piel. 

--- ¿Realmente no sabes qué es? - Paolo no quería creerla. Venga ya, tenía que saberlo si o sí . 

Cuando ve la confusión en los ojos de la chica, se obliga a relajarse. Parece que realmente no sabe por donde van los tiros. Se pasa las manos por el pelo y deja salir un grave suspiro. Crístal no separa los ojos de sus movimientos. Traga saliva cuando sus ojos azules se clavan en ella. Nunca se ha sentido tan intimidada por él. ¿Desde cuando es tan alto? ¿Desde cuando es tan ancho? Siempre le había visto como un igual ¿Por qué hoy se siente muy pequeña a su lado?

--- El bosque. 

--- ¿El bosque? - ¿no podría ser más claro? 

--- Sí, el beso en el bosque. 

Crístal parpadea un par de veces. Que beso ni que bosque. ¿Acaso estaba contándole una adivinanza? 

--- ¿Quieres que te bese en el bosque? - rezuma inocencia por los poros. 

Dejame decirte un último te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora